lunes, 27 de septiembre de 2010

POEMAS DE RAYMUNDO COLIN AXOLOTL

Inmejorable tarde.
Todo fue luz. Hasta la noche.
Así, con ese presagio
soy capaz de hacer mil revoluciones.
Ese viernes... tú sabes...
ese que cantó la dignidad
de nuestras almas en el Zócalo;
ese, que me permitió beber
del aire y de tus labios.
Qué mejor día en el que sentí
fluir la libertad
asido de tu mano,
dialogando con tu alma.

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Levito en la luz del mediodía,
como una partícula
que se sabe sola en el universo.
Admirado por el calidoscopio de tu risa,
que desde lo más profundo del ser
me destella para no perderme en la nada.

¿Cómo te fue a la hora de las decisiones?
¿Qué tanto te dolió la piedra en el alma?
¿Descubriste algo en ti que no conocías?
¿Venciste al monstruo de la incertidumbre?

Somos sueños rodando en el aire,
islas perdidas en la inmensidad del tiempo;
el amor es la fantasía más hermosa
de cuantas ha inventado el hombre.

Discurro en el suspiro que has soltado ahora:
Hoy, el día es placentero a pesar de las profecías
fúnebres que se ciernen sobre nuestra patria.

Nada detendrá nuestro ímpetu de colibrí,
nada impedirá que continuemos cantando la justicia;
ten mi mano, ponla en tu pecho,
tu corazón percibirá la música
que ésta irradia. Entonces encontrarás la paz
que tanto has buscado. El placido río
de los que nunca naufragan, y siempre llegan a buen puerto.
Ven, canta conmigo. Es hora de enfrentar lo que hemos sido.

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De pronto me sentí
caminando en una procesión de ánimas
a ninguna parte.
Tu amor era el corazón de Dios
que escuchaba apacible el graznido de la guerra.
Cantabas a la orilla del abismo
una canción de donde salían garras
que arrasaban pueblos
para sumergirlos en el hambre.

Del mar brotaron negros pájaros
que al tocar las nubes
les hicieron gramar lluvia de tristeza,
sólo los niños la soportaron,
y una hecatombe de dolor
se cerneó sobre el mundo.

Me abracé a ti y eras niebla,
polvo triste que se dispersó en mi sueño.

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El tiempo nos desgasta, nos vuelve tierra firme:
en su caso, náufragos del mundo.
Asidos a unos ojos y a unas manos
que caminan sigilosas nuestro cuerpo.
El tiempo nos enseña a caminar despacio por los sueños
tener las vísceras tranquilas,
sujetos a ritmos y armonías sin muchas disonancias.
El tiempo es contrapunto, línea paralela,
punto y coma, puntos suspensivos,
punto muerto.
El tiempo es texto eterno
nosotros una más de sus sílabas.

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El aire me arrastra,
a veces suave,
a veces turbulento,
me eleva con sus manos
o me deja caer
para que yo expanda
lo que era, lo que soy y lo que seré.

No soy como el árbol
que vive y perece
en el mismo lugar
donde nació;
soy la antigua semilla
que no cesa de caminar,
de mezclar su sangre,
con la sangre de la tierra,
el agua y la otredad.

Diente de León,
diente de León,
guerrero del viento
es mi corazón.

Diente de León,
diente de León,
polen del tiempo
y del sol, del sol.


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¿A dónde camina el hombre actual?
¿A dónde?
Nadie puede asegurarlo:
El futuro es la penumbra
donde lo preclaro es lo incierto.

La paz,
esa bella utopía
donde el hombre
ya no asesina más al hombre;
es sólo eso,
una mentira milenaria
que reinará cuando el mundo reviente
junto con el sol.

Ni la ciudad de Dios,
ni el mundo de la fraternidad y la justicia,
ni el paraíso ni el infierno:
sólo el hombre frente a su vacío.

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El alma frenética de James Brawn
se pasea en la sala;
viejo alucinado, dios del ritmo
acaba de despedir a Jimi Hendrix
con un toque de heroína
en su vena azulada.
No hay nada más espeso
que el blues
y una mujer y un hombre dispuestos a gozar
bajo la luz mortecina
de un cuarto de hotel.

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Un poco de sol.
La mancha azul y blanca
cubre las cúpulas de la tarde;
bajo la mirada, el piso gris:
los ojos se confortan
con un guiño de cielo
de vez en cuando.

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Tres pasos atrás, uno adelante.
A nuestra edad
pensar en la revolución
es un sueño guajiro;
la nostalgia de algo que quisimos
pero ya ni modo.

Tres pasos atrás, uno adelante
aunque el deslavado Lennin
se enfade en su estrategia,
y el cabrón de Mao
patalee frente a Buda.

“Ya no estamos para eso”
dirá el abuelo Marcos
cuando moje sus barbas en el silencio,
y su fusil dispare telarañas;
es ahora o nunca
sino ¡chinguen a su padre!

Tres pasos atrás, uno adelante.
¿Qué más podemos?
Quiten la carpa
Y verán a veinte changos
empiojándose de calor.

¿Qué esperan que no se alzan?
¿Les faltan de éstos?
¡Si Zapata viviera
andaría en bicicleta!
O en un Linconl,
o en un BMW.

Tres pasos atrás, uno adelante.
Para que hablar de ideología
si sobran los achaques:
“Hay hombres que luchan toda la vida”,
esos son los esperanzados
(el que espera desespera, o es un bobo).

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De pronto me sentí
más ligero que la tela de tu vestido;
más ligero que la hoja que el aire vuela;
que la risa de la niña
que corre a abrazar a su padre.

Nadie puede detener el viento,
ni contener el agua con la mano:
vivir así, es estupendo

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Trato de escucharte
en los rieles de la noche que se extienden a la nada.
De intuirte a la una de mi insomnio
mientras el recuerdo me remonta
al humus de tu aroma que no
cesa de enredarse en mis sentidos.

¡Que bueno es oír una canción vieja!
Y percibir el mismo ritmo que antes me animaba,
y que ahora es el faro que me dice
que vengo de algo y voy hacia lo otro.

Trato de saber
que sucede en tu sueño pero no soy adivino,
sólo un aprendiz de agorero.

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