martes, 28 de septiembre de 2010

LIBRO "RELATOS Y TESTIMONIOS DE LA UPREZ NEZA" RAYMUNDO COLIN AXOLOTL

I

La historia de la UPREZ- Neza es la historia por la que han transitado todos los movimientos sociales de izquierda en nuestro país; con sus flujos y reflujos, con sus procesos llenos de contradicción, no sólo en el ámbito ideológico-político, sino hasta en el existencial. Los que hemos vivido estos distintos procesos, podemos asegurar que han sido intensos, que hemos caminado entre la esperanza y el desencanto, entre el triunfalismo y la ilusión colectiva de estar aportando para la transformación de nuestra realidad nacional, y de las reivindicaciones sociales de los que menos tienen, aunque a veces parecieran acciones meramente asistenciales o altruistas de individuos influenciados por las corrientes paternalistas o de los grupos cristianos de la teología de la liberación, o que tienen voto de pobreza. Pero de una o de otra manera, esto nos ha ayudado a resistir y seguir aferrados a algo que cada día se desdibuja más, a una idea y forma de la vida que ya es parte de nuestra ideosincracia personal, para seguir pensando –a pesar de los pesares y de las ondas divisiones ideológicas que se viven hoy en la UPREZ- que desde esta trinchera popular podemos incidir en la toma de conciencia de la ciudadanía, para alcanzar nuestro objetivo: la instauración del poder popular y de la democracia participativa en México, o por lo menos en donde la UPREZ se encuentre.
Han pasado ya 23 años desde que la UPREZ fue fundada, y mientras que otras organizaciones no han resistido el paso del tiempo, y han desaparecido o se han mutado, la UPREZ continúa vivita y coleando, aportando y dando de que hablar; aún a costa de las escisiones y de los flujos y reflujos que ha tenido. La UPREZ, dirán algunos “ya no es lo que era antes”, pero ninguno de los que lo dicen pueden negar que a partir de ella se han construido o retroalimentado otras organizaciones; que en Neza, por ejemplo, sin la participación frontal y consecuente de la UPREZ, en la fundación de un movimiento autónomo y crítico en contra del PRI, la construcción del PRD y su llegada al gobierno municipal, hubiera sido mucho más tortuosa. La UPREZ ha aportado y sigue aportando al municipio y al país, no sólo en el aspecto social, cultural y educativo, que son los tres puntales principales en los que más se mueve, sino también en los aspectos políticos y la lucha por la democracia, por los derechos humanos –sobre todo de las mujeres- y la justicia en México.
La UPREZ, es pues la síntesis de lo que ha sido y es la izquierda en nuestro país: una izquierda siempre inmersa en contradicciones que parecen insalvables, pero que tarde o temprano, eso espero, ante el embate neofascista de la derecha por imponer el neoliberalismo, a toda costa al mundo, se pueda unificar, por lo menos, en la perspectiva de detener el avance de la derecha y obligarla a ser verdaderamente democrática, cosa que ésta, a pesar de su discurso, no ha aprendido a serlo, en aras de continuar detentando el poder para salvaguardar sus intereses hegemónicos y oligárquicos.


LA MUERTE DE AGUSTÍN PÉREZ

Nunca se imaginó que la cárcel clandestina en la que torturaban a Agustín, se encontraba a unas calles de donde ella se escondía, para no ser detenida por la Brigada Blanca. Allí la ocultó el abogado León de la Selva, asesor y amigo del movimiento; cerca del Metro Hidalgo, arriba de la Hostería del Bohemio, en un local del PRI. Mientras que a Agustín lo laceraban en uno de los edificios cruzando Bucareli. Los cuatro días que estuvo confinada, sólo salía a las marchas y a los plantones para denunciar el secuestro de su esposo y exigir al gobierno su libertad. Al quinto día regresó a su casa, en la que estuvo guardada otra semana más. Agustín, retornó a los 17 días de haber sido raptado. Ella estaba en su habitación cuando golpearon a la puerta. Al abrirla, apareció el rostro del joven profesor y líder comunitario fracturado de la nariz y con la camisa manchada de sangre. El sonrió y todos lo abrazaron. Ella no supo que hacer, ni que decir, se paralizó por la sorpresa de que lo hubieran soltado. Cuando vio que le faltaba un diente, le preguntó:
--¿Y tu diente? Agustín, con su característico buen humor hasta en las situaciones más adversas, le contestó:
--¡Se lo llevó el ratón!
Al recordar esto, pegó sus manos al volante, fijando la mirada en el parabrisas, viendo hacia un lugar en la memoria que aún le duele. Circuló la lengua sobre sus labios, como queriendo limpiar la reseca soledad que se le acumuló por la muerte de su marido hace veinticinco años.
--Yo era muy joven y estaba embarazada. Poco entendía de lo que Agustín hacía en el movimiento, pero me daba cuenta de que él en verdad tenía un compromiso férreo con sus ideas. Es más, su entrega, me obligaba a sentir que le estorbaba, que él requería de otra mujer que fuera más acorde con sus ideales. Ante eso, yo le decía que si quería me dejara, que se buscara otra compañera. Agustín me respondía que no, que él estaba comprometido conmigo, que íbamos a tener un hijo, y que por esa causa y otras más nunca me abandonaría.
Yo entré al movimiento, más por altruismo que por convicción política. Empecé impartiendo clases en las primarias populares, haciendo juntas en las comunidades. Agustín poco a poco logró que yo aprehendiera, dejándome elaborar pequeños discursos que leía en las asambleas. ¡No es cierto que el movimiento, y mucho menos Agustín, estuvieran involucrados con la Liga 23 de Septiembre! El era muy ajeno a eso, es más se metió en contradicciones con varios compañeros por pensar que las cosas tenían ya que ser de otra manera, sin radicalismos ni violencia.
Respiró hondo. Una camioneta de malencarados pasó cerca de nosotros y el conductor se nos quedó viendo. Por el retrovisor vi escurrir a la camioneta en la siguiente calle. En estos días la violencia y la inseguridad se han recrudecido, y no es novedad que todos andemos paranoicos, pensando en el día en que seamos secuestrados o confundidos con delincuentes. Al rato, volvió la camioneta y se paró frente de una tienda, eso me dio pie para rememorar lo que ya otros me habían contado, y que de nuevo ella confirmó:
--El día en que se llevaron a Agustín, un ejército de camionetas y patrullas de la Federal de Seguridad y de las policías municipal y estatal, rondaron acuciosas las calles y colonias del municipio, intimidando a los pobladores, y buscando a más gente del movimiento para llevársela. Andaban fuertemente armados, como para cazar narcos o terroristas. Ya tenían es su poder a varios del FPIN y de otras organizaciones de izquierda. También habían pasado a la tele-secundaria de los Pirules por el maestro Jesús Arellanes. Querían involucrar a todos los izquierdistas del municipio con la guerrilla; de igual manera al Padre Paniagua y a otros jesuitas, que por esos días impulsaban la teología de la liberación. La jauría contra los de la Liga 23 de Septiembre, se había desatado en todo el país.
La tarde sombreó su rostro, a lo lejos el Popocatepetl y el Ixtaccihuatl se alcanzaban a ver como un par de helados de coco.
--Después de que sus familiares lo abrazaron, nos fuimos a nuestro cuarto. El nunca solía acariciarme o besarme delante de nadie, siempre lo hacía en privado, porque decía que hacerlo públicamente, era faltarle al pueblo. Ya cuando estuvimos solos en nuestra habitación, me abrazó tan fuerte que yo pensé que jamás se volvería a ir. Que ya nos había ocurrido lo peor de la vida.

--Mientras comíamos, me platicó de su liberación. Que lo habían tirado en las inmediaciones del Bordo Xochiaca. Que sus captores le habían advertido de no voltear, ni ver el auto en el que viajaban, porque si lo hacía lo matarían ahí mismo. Que cuando buscó reconocer el lugar en donde lo dejaron, le pareció desconocido, pues perdió la noción del tiempo y del espacio, a causa de la venda que sus secuestradores mantuvieron por tantos días en sus ojos. Al ver pasar a unos parroquianos les preguntó que en dónde se encontraba, también les pidió dinero para trasladarse a la casa. Los parroquianos como lo vieron maltrecho y con sangre en la camisa, apuraron el paso dejándolo a su suerte.
Terminando de comer, me dijo: ¡Vamos a la escuela! Llegando a la escuela, la gente, que lo apreciaba mucho, se arremolinó a nuestro alrededor y lo empezó a abrazar, a llorar con él. Le decían que se fuera a recuperar a otro lado, que no expusiera más su vida, que ya había hecho mucho por la causa. Pero él les respondía: ¡Si me voy a otro lado, seguro que me vuelven a agarrar y ahora sí me desaparecen para siempre! ¿En dónde puedo sentirme más protegido que aquí? Con ustedes que fueron los que realmente lograron mi liberación.
Cuando estuvo en la cárcel clandestina, me contó que conoció a algunos que ya tenían muchos años encerrados. Seres que vivían sepultados en la oscuridad, y que no sabían que su cárcel se encontraba en medio de la ciudad de México, cerca del Metro Hidalgo, a unas cuantas cuadras de donde me ocultaron para no ser capturada... Si lo hubiera sabido...
Las raíces hechas de tiempo y angustia en su rostro se contrajeron en las comisuras de sus ojos, un perceptible temblor de labios acompañó a un fuerte suspiro que se estrelló en el parabrisas. El agua gris de la tarde ya nos había sumergido por completo, en unos minutos más el pez oscuro de la noche abriría su gran boca para tragarnos. Ella, se miraba agotada de recordar, pero aún así continuó su relato:
--Agustín nunca se atendió física ni mentalmente, o más bien, no como tuvo que atenderse. Por ello vivió terribles noches de insomnio desesperante, de sudoraciones, de despertarse gritando sintiendo que se asfixiaba. Todo a causa de la tortura que le prodigaron. Me contó que lo paraban de los talones en lo alto del edificio en el que se encontraba. Con los ojos vendados, sujeto por unas manos que amenazaban una y otra vez con soltarlo para que cayera en el vacío. Las sudoraciones, le venían, porque Agustín las relacionaba físicamente con lo que psicológicamente había sufrido al ser torturado. Los mojaban desnudos y los ponían boca arriba en el suelo. Unas viejas, abiertas de piernas, se trepaban en ellos y les gritaban burlonas: ¡Verdad que vas a decirnos quiénes más estaban contigo y quienes son los líderes del movimiento! Pero lo que más le preguntaban era sobre unas bombas, que según, en esos días alguien había puesto. Los interrogaban mientras pasaban al ras de su piel, o los pinchaban con unos bastones electrificados.
Cuando sentía ahogarse, era porque recordaba como metían su cabeza en una cubeta de agua. No pudo superar todo eso, pues lo mantuvo durante los diez meses que tardó en morir, en un estado insoportable de angustia. Pidió que se cubrieran todas las rendijas del cuarto para no sentir el aire que le golpeaba el rostro durante la tortura de la simulación de arrojarlo al precipicio. Le daban una especie de ataques epilépticos. Ya no pudo controlar sus esfínteres, y cuando un médico vio su electrocardiograma, preguntó qué le había pasado, porqué tenía el corazón como el de un viejito, saltando como si tuviera mucho miedo.
Eso a Agustín le daba coraje, pues pensaba que el ser humano es capaz de controlar sus emociones. Y como a él le era imposible controlarlas, se enojaba mucho.
Los últimos días de su existencia se la pasó en vela, con su sistema nervioso ya muy deteriorado. El estado de angustia en el que vivía fue lo que lo mató. El nunca pudo o intentó descargar esa angustia, porque en esos tiempos, un líder tenía la convicción de que no podía darse el lujo de sentir, de llorar, de manifestar debilidad frente a los demás, eso era atentar contra su honor.
En esos días la moral y el honor revolucionario eran extremistas. En cualquier situación o tarea que se llevara a cabo se ponían en alto. Por ejemplo, cuando íbamos a botear y nos daba hambre, no podíamos ni debíamos tomar dinero del bote para saciarla, pues faltaríamos a ese honor y a los demás compañeros. Que si bien no estaba escrito en ninguna papel o código, se sobreentendía. A veces comíamos cebollas. Agustín siempre cargaba unas viandas que le procuraba su papá: naranja, plátano y sus pasitas. Con eso se la llevaba.

--Antes de verlo morir a los 22 años de edad, presionamos al gobierno para que tuviera asistencia médica adecuada, pero donde quiera que lo llevábamos, le diagnosticaban cosas ajenas a su enfermedad, o de plano no lo recibían, al enterarse de sus problemas políticos. Murió en el hospital de La Perla, después de que le diagnosticaron diabetes y le inyectaron insulina, lo que le provocó un choque y luego que vomitara coágulos de sangre. Aún así, como Agustín era tan fuerte, no perdió la esperanza. Un día antes de morir, al quedarse sin habla, nos escribió en un papel que no nos preocupáramos, que ya le iban a hacer estudios para detectar que tenía. Como era 24 de febrero, día festivo, y todos los aparatos en el hospital permanecían en desuso, y sólo había una guardia reducida de médicos, Agustín falleció esperando por aquellos estudios que a lo mejor no le hubieran salvado la vida, pero por lo menos, tal vez, lo habrían tranquilizado un poco.
Yo creo que había consigna del gobierno para dejarlo morir. Una compañera que trabajaba en el hospital, nos informó, que ella buscó su expediente en el archivo del nosocomio para saber que enfermedad tenía, pero jamás lo encontró.
Se me quedó viendo. A pesar del dolor que le causaba recordar, ninguna lágrima escurrió de sus ojos. La dureza con que la ha tratado la vida, no le permitieron desfogarse, demostrar siquiera una pizca de flaqueza. Acomodó su rostro contra el volante, luego lo volvió a levantar plantando sus ojos en el retrovisor.
--Fue en el mes de abril de 1978. Estábamos en la cocina cuando llegaron. Recién habíamos regresado de una asamblea en la colonia el Palmar. Nos disponíamos a comer cuando tocaron el zaguán. Agustín se paró a abrir. Sentí un fuerte presentimiento de que algo malo iba a ocurrir. Vi a Agustín cruzar el patio. Cuando abrió el zaguán alguien lo jaló bruscamente y se perdió en la nada. Luego entraron los de la DFS portando sus armas. Me perturbé muchísimo pues no sabía qué estaba sucediendo. Los tipos se pusieron a hurgarlo todo: muebles, camas, cajones, libros... Ya que terminaron de hacerlo, uno de la Brigada Blanca me gritó:
--¡Nunca más lo vas a volver a ver! Le pregunté porqué.
--¡No sabes ni con quién estás viviendo. Es una persona que tiene muchos problemas políticos. Lo que andamos buscando es la prueba de que él pertenece a la Liga 23 de Septiembre. Y ni lo busques, que de ésta ya no sale!
Cuando se marcharon de la casa, salí a asomarme a la calle. Afuera el ambiente se miraba desértico y gris. Hacía mucho aire. Era víspera de semana santa. La cuadra se miraba llena de camionetas. En la que estaba estacionada frente a la casa, custodiado por varios tipos armados, se encontraba Agustín. En las otras camionetas vi a más gente apresada. Cuando dieron la orden de retirarse, unas camionetas se enfilaron hacia el frente y otras se quedaron atrás, dejando a la que llevaba a Agustín en medio.
Yo me salí a gritarles qué estaba pasando y a donde se llevaban a mi compañero. Nadie me respondió. Al rato, alguien de la organización que no recuerdo su nombre, llegó a preguntarme por Agustín. Yo le dije que se lo habían llevado. El me comentó que toda la calle Mañanitas y Madrugada hasta el Cine Lago, permanecían llenas de camionetas y patrullas con gente armada:
--Ya también se llevaron a Cuco y a Heriberto en la mañana. A Pedro lo sacaron desnudo de su casa. Nosotros ya temíamos estas aprehensiones, pero no pudimos avisarles a tiempo.
Ya luego, todos lo empezamos a buscar y a pedir su liberación. Hicimos hartos mítines y plantones, sobre todo frente a los periódicos para denunciar su secuestro. Presionamos al presidente municipal, para que hiciera las gestiones pertinentes y lo buscara en el Campo Militar Número Uno, pues teníamos conocimiento de que allí se lo habían llevado. Este hizo las gestiones y cuando nos entrevistamos con él para saber que había pasado, nos dijo: Ni se preocupen, su compañero no se encuentra ahí, síganlo buscando. Y lo seguimos buscando hasta que apareció por su propio pie, una tarde en la que pensé que la vida ya jamás se iba a ensañar conmigo, pero se ensañó y de que manera...


LA ALIANZA CON EL PRT

Cuando entré, el Centro Cultural Villada estaba abarrotado de colonos. Felipe y Alberto habían convocado a una asamblea extraordinaia para decidir la alianza con el PRT y una serie de partidos de poca monta, que supuestamente lanzarían al Güero para contender por la Presidencia municipal. Me sorprendió y enojó mucho el albazo que pensaban dar, pues era una decisión unilateral y antidemocrática. Los del PRT estaban escondidos en la dirección, y al verme llegar se sacaron de onda. Felipe tomó el micrófono y comenzó a arengar a la raza acerca de lo conveniente que era la alianza electoral. Cuando terminó de hablar, pedí la palabra. A regañadientes, Alberto me la concedió. Decidido a romper toda posibilidad de alianza con el PRT, al que consideraba un partido oportunista y contrarrevolucionario, me di valor y comencé mi alegato, diciendo a los colonos que no aceptaran dicha alianza, porque los perretecos eran una bola de reformistas y traidores; que no se dejaran tratar como viles borregos. Los perretecos, desencajados me miraban encolerizados, y Felipe y Alberto ya no sabían cómo quitarme la palabra. Yo continué con mi arenga, hasta que Alberto se envalentonó y me arrebató el micrófono, y dirigiéndose a los colonos los conminó a hacer caso omiso de mis provocaciones; que ellos estaban seguros de lo que hacían y de que la alianza con el PRT traería beneficios a la organización (en ese tiempo FEPIN-CONAMUP).
Indignado, me retiré de ahí. En represalia a mi atrevimiento, se me cerraron todas las instancias de la organización, y se me atacaba corriendo la voz entre la gente de que seguramente yo era un agente de gobernación. Aguanté vara ante dichos ataques. Llegado el día en que se presentaría a la opinión pública dicha alianza, me aposté en una de las esculturas a la entrada de la explanada de Palacio Municipal, para seguir dicho acto. No estuve siquiera diez minutos, cuando Felipe y Alberto, terriblemente enojados, ordenaron a la gente a retirarse del lugar, la razón fue que los perretecos y los demás partidos rompieron el acuerdo de candidatear a Felipe a Presidente Municipal, y en su lugar pusieron a otro. Yo desde mi sitio en la escultura, esbocé una risita, viendo como las banderas cabizbajas de la CONAMUP se retiraban de la explanada. Uno compañera al verme se acercó y me dijo: Usted tenía razón compa, estos partidistas son uno traidores.


LA FUNDACIÓN DE LA UPREZ

El primero en llegar fue el compañero Deme, un michoacano que no se separaba ni un minuto de su sombrero. De trato siempre amable me recibió parado a la entrada del Centro de Autogestión Cultural Emiliano Zapata (hoy Centro Cultural y Comunitario “Agustín Pérez Rodríguez”). A esas horas de la mañana el invierno pegaba duro en el cuerpo, y parecíamos trenes por el humo que salía de nuestras bocas. Don Deme, llevaba puesto un jorongo que apenas permitía ver sus ojillos de abuelito tierno.
--¡Hora si que se des-mañanó, compita! Me dijo esbozado una risilla pícara.
--¡No me vaya a ser daño! Contesté irónico.
Antes que se lo preguntara, Deme me avisó:
--¡Ya le fui a tocar a Olivita para que nos venga abrir!
A unos pasos de nosotros, un perro roñoso olisqueaba la humanidad de un infra, que dormía en la acera, custodiado por un trío de sus cofrades, que desayunaban marihuana y chemo acompañado con tragos de marranilla. Cuando la compañera Oliva salió de la vecindad, a lo lejos vi aproximarse la tozuda figura de Tío Rafa, acompañado de sus hijas y de su esposa Ligia. También vi asomar el rostro regordete del May, de quien se murmuraba era el surtidor de droga de la zona. Este al verme, moviendo en lo alto la mano me saludó. Yo le devolví la cortesía. Ya junto a mí, Rafa, entre cáustico y burlón, exclamó:
--¡Lo bueno es que su mamá es compa de la organización!
Esto lo decía el Tío, ya que recién había llegado yo a la calle, el May me abordó envolviendo mi cuello con su brazo, y amagándome con un cuchillo exigió que le entregara todo lo que traía en los bolsillos. Como ya sabía que su madre acudía al comité a recibir su dotación de desayunos, lo amenacé con denunciarlo ante ella. Al oír mi advertencia inmediatamente me soltó, y guardando la daga entre sus ropas, trató de disculparse.
--¡Perdóneme, es que yo no sabía que usted era compañero del comité! En eso estaba el May, cuando su madre, esgrimiendo un palo del tamaño de un bate, se acercó a nosotros y lo obligó a marcharse. El drogo, huyó de escena como cuando el capitán Garfio lo hace azuzado por el cocodrilo. Después de eso este jamás se volvió a meter conmigo.
La gente ya formaba un buen contingente cuando arribó el chimeco, que nos transportaría a la fundación de la nueva organización, que se mencionaba ya, tendría el nombre de Unión Popular Revolucionaria (UPR). Felipillo, cámara en ristre se trepó al chimeco. Enrique Lozano y su esposa Susana platicaban con la gente adentro del Centro Cultural. Doña Oliva y don Escamilla se ponían de acuerdo a punta de reclamos. La compañera María Eugenia preguntaba si se iban a llevar mantas o pancartas, y que ella se apuntaba para cargar cualquiera de las dos. El Tío Rafa, dando indicaciones calmudamente, dispuso que todos los compañeros se treparan al chimeco. En un santiamén el armatoste se llenó y hubo la necesidad de rentar otro para cargar con la raza que seguía llegando. Ya todos acomodados en los transportes, salimos de la colonia rumbo a la Agrícola Oriental dónde se haría el acto de fundación de la UPR. Durante el trayecto alguien pidió que cantáramos el himno Venceremos, las voces no esperaron en responder a la provocación, y todos comenzamos a cantar. Terminando de entonar el himno de la resistencia popular de izquierda chilena, retumbó “¡el pueblo unido jamás será vencido!” y una serie de consignas que forjaron un ambiente alegre y combativo. Todo el trayecto fue de consignas y canciones, los rostros, en su mayoría mujeres, se notaban emocionados, desinhibidos, hermanados, inmersos en una burbuja de esperanza donde la tragedia y la pobreza se habían olvidado. Nada malo y todo bueno pasaba ahí. Se iba al encuentro de un hecho histórico y trascendental que marcaría la existencia de todos; de algo que ahondaría en la solidaridad de los menos para abonar en su lucha por un mundo mejor para ellos y sus hijos. Doña Josefina, se veía relajada, riendo a todo pulmón, sin temor alguno de que al volver a su casa su marido la tundiera a golpes por transgredir sus reglas y machismo. El tiempo de combate popular y la solidaridad a toda prueba de sus compañeras de causa, le daban seguridad y valor para enfrentar a su marido y a lo que se le viniera encima. Sabía, por vía de hechos, que sus compañeras en cualquier situación adversa que tuviera, saldrían en su defensa y darían hasta su propia vida si las condiciones así se lo pedían. Ella, ni dudarlo, también lo haría. Doña Oliva, Doña Lola, la compa Cuca, Don Deme, Escamilla... Todos, todos cabalgando en un solo puño, todos para uno y uno para todos... Héroes de su propia redención, de su propia historia...
El chimeco se internó por la avenida Rojo Gómez, y luego de un rato de andar se estacionó detrás de una larga fila de camiones que atiborraban el frente de lo que era el Cine Emiliano Zapata. Todos bajamos del guajolotero y desplegando las mantas caminamos gritando consignas hacia la entrada del cine. En el Lobby un tumulto se apresuraba a entrar a la sala para apoderarse de los mejores lugares. Otros formaban filas para ser anotados sus nombres en las listas de asistencia. Pancho Prensa repartía tortibonos a sus organizados. Germán de Ecatepec, con sus inseparables lentes que le dan pinta de tira del CISEN (Centro de Investigación y Seguridad Nacional), arreaba a “su gente” para que se posesionara de los asientos cercanos al proscenio.
Escudriñando por todas partes percibí los rostro de Felipe Rodríguez, de Elisa, de Natividad, Vicenta, Alberto Rojas, Luz la Guera, del Puma, de su esposa Lucila, Chumino, Alejo, Sergio García Díaz, Elías, que su nombre verdadero es Plácido; Miguel Muñoz, Pilar Quintero, Eduardo Muciño, María Elena, y una larga lista de nombres que tardaría en mencionar. Ya adentro en la sala, la gritería retumbando los muros, lleno total. Gente de San Miguel Teotongo, de Palo Alto, de Cananea, Neza, La Primera Victorea, colonia Emiliano Zapata, Ecatepec, la colonia Tránsito, Jalpa, la cooperativa Tepepan, entre otras colonias más. En el estrado Pedro Moctezuma, Tere Guadalupe, Jaime Reyo, combatientes jaramillistas, y representantes de las veinte organizaciones que en ese 1 de febrero de 1987 se dieron cita para conformar una nueva organización que sería el imán para que otras organizaciones populares, magisteriales, de colonos, sindicales, rurales del Valle de México se adhirieran, para enfrentar al régimen delamadrista que se estaba endureciendo, en a un año del cambio de poder presidencial.
Antes de poner a votación el nombre de la organización naciente, un desaguisado pos electoral entre Pedro Moctezuma y Eduardo Morales se desarrollo, terminando cuando el segundo fue expulsado del micrófono. La UPR estaba por surgir.
--¡Compañeras y compañeros nosotros habíamos propuesto que la nueva organización se llamara Unión Popular Revolucionaria. Pero aquí los compañeros combatientes jaramillistas nos proponen que pongamos a su consideración que sea Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata, en homenaje al General Zapata!
La Votación porque la nueva organización se llamara UPREZ fue apabullante. La asamblea popular terminó justo cuando concluyó el tiempo en que se había alquilado el cine. Regresamos a Neza satisfechos de haber contribuido a la fundación de la unión que serviría al pueblo para defenderse de los abusos del prigobierno en el poder, y para exigirles mejores condiciones de vida para todos los pobres del país.


EL CENTRO DE AUTOGESTIÓN CULTURAL EMILIANO ZAPATA

Luego de la trágica explosión en una colonia popular de Guadalajara, de la que se responsabilizó a PEMEX y que costó la cabeza del entonces gobernador de ese estado del país, en la colonia Ampliación Vicente Villada, por poco y sucede una desgracia parecida. Algunos vecinos ya se habían percatado desde antes, de que un olor a gasolina salía de las coladeras, pero nadie le tomó importancia pensando en que a lo mejor se trataba de los residuos de algún taller automotriz de la zona. Pero si no hubiera sido por la inconciencia de un fumador empedernido, que al arrojar la colilla encendida en una de las alcantarillas, provocó una llamarada tan grande, que alertó del peligro a los vecinos, que inmediatamente dieron aviso de ello, sino el recuento mortal hubiera sido de lamentarse.
Al enterarse del peligro en el que se encontraba la colonia, dirigentes de la UPREZ, Tío Rafa y Ligia, comenzaron a indagar, y al sacar a conclusión de que se trataba de una fuga de la gasolinera de la calle Xochimilco esquina con Pantitlán, y al enterarse también de que su dueño era protegido por las autoridades municipales, se dieron a la tarea de reunir calle por calle a los vecinos para informarles del amenaza real en la que se encontraban si es que la gasolina en el drenaje explotaba; de que tenían que organizase para exigir a las autoridades la clausura de la gasolinera, por no contar con las medidas de seguridad pertinentes para salvaguardar su integridad y sus vidas. El trabajo fue arduo pero la gente respondió como debía de responder, y en base a ello se pudo presionar al gobierno, y el dueño de la gasolinera no tuvo otra que pagar los daños causados a los colonos, tanto materiales como psicológicos y comprometerse a brindar todas medidas de certeza para que nunca más se volviera a poner en peligro de muerte a la comunidad. Una vez consensuado esto, se acordó con el concesionario que una comisión de vecinos, por determinado tiempo, vigilara que la gasolinera respetara las medidas de seguridad estipulados entre las partes. Por el impacto psicológico el concesionario aportó una cantidad de dinero con el cual se adquirió lo que hoy es el Centro Cultural y Comunitario “Agustín Pérez Rodríguez” (CCCAPR), que durante mucho tiempo fungió como comité vecinal, y desde donde se activo un importante movimiento popular en la zona, que logró extenderse hasta las colonias Benito Juárez y Aurora a través de proyectos de vivienda, tortibonos, desayunos, tiendas de abasto popular; y gestionando el pago de predio y agua a precios bajos ante las autoridades municipales. De igual manera desde el CCCAPR se llevaron acabo convocatorias para recolectar víveres y donarlos al pueblo salvadoreño en su lucha contra la oligarquía democratacristiana y militar de aquellos años.
El CCCAPR, hasta nuestra actualidad, es una serie de construcciones prefabricadas y derruidas que durante los casi veinte años que tiene de haberse adquirido nunca, salvo la labor social que desde este se hizo, ha trascendido culturalmente. Aunque en este espacio comunitario han habido eventos culturales y artísticos destacables como encuentros de bandas musicales de rock y punk; recitales de poesía, eventos de teatro y danza, exposiciones de pintura como la que se realizó con el trabajo plástico de Daniel Manrique de Tepito Arte Acá, que donó al CCCAPR para ser subastado y con el dinero recaudado empezar a mejorar su construcción, pero hasta la fecha la subasta no se ha realizado, y de las obras donadas no se sabe en donde están.
En el CCCAPR se presentó la cantante chilena Margarita Cruz, el afamado grupo de danza Barro Rojo; en otros ayeres el cantautor León Chávez Texeiro, y diversos grupos artísticos de dentro y fuera del municipio. Antaño el CCCAPR servía también para albergar a compañeras y compañeros sin techo, para brindar alojamiento a campesinos que llegan a la ciudad de México a expresar sus demandas e inconformidades; como velatorio popular (en él se velaron a los dos hijos de doña Oliva que murieron uno por la violencia callejera y el otro al contraer SIDA) en el que se manifiesta espontáneamente la solidaridad de los de abajo, a través de sus rezos, de el obsequio de veladoras y flores, pan y café para el fallecido y sus deudos.
Las condiciones sociales (a un lado del CCCAPR la incidencia del escuadrón suicida durante los veinte años de su adquisición), las desavenencias internas entre militantes por su control; y la falta de interés de la UPREZ por darle relevancia ha esta propuesta cultural, lo han mantenido en el olvido, sin alternativa alguna que en los próximos años lo hagan surgir como un proyecto sociocultural tan necesario para los habitantes de esa zona del municipio.


LA HUELGA DE HAMBRE

Durante la gestión, del entonces presidente municipal José Salinas Navarro, se pretendió pavimentar las colonias de Nezahualcóyotl que faltaban por hacerlo. El cobro que se estaba haciendo para ello era excesivo, entonces la UPREZ decidió manifestar su inconformidad e intentar negociar con Salinas Navarro, un acuerdo en el que se permitiera a los colonos contratar una asfaltadora particular para con ello rebajar costos. El edil se negó, y dando por terminada la negociación se paró y retiró de la mesa de cabildo donde había sido la entrevista y negociación. Al ver su cerrazón y altanería, la UPREZ decidió realizar un plantón, el que se instaló afuera de la explanada Unión de Fuerzas de Palacio Municipal. Como la UPREZ tenía diversas demandas que no habían sido resueltas ni por los gobiernos municipales ni por el gobierno estatal, también se acordó mantener simultáneamente platones en los municipios en donde se encontraba la organización. Luego de unos días de plantón y ante la dureza del gobierno para resolver las demandas, en una reunión plenaria emergente en el espacio cultural de CECOS, Felipe Rodríguez, por iniciativa propia, se propuso para llevar a cabo una huelga de hambre y así presionar mejor a las autoridades. Todos los ahí presentes apoyamos su propuesta, agregándose otros compañeros entre los que se encontraba el señor Don Chucho, que dice haber sido promotor artístico y cultural de altos vuelos. La huelga de hambre, junto con los plantones simultáneos, a mi punto de vista, ha sido una de las acciones más trascendentales en la historia de la UPREZ. El ayuno se sostuvo ocho días, tiempo en el que los huelguistas aguantaron vara estoicamente. Para relajarlos un poco, de vez en cuando les hacíamos bromas diciéndoles que si no gustaban de un bistecito o de un pollito rostizado. Como Felipe es un carnívoro afamado, era al que más guasa se le hacía.
La presión social y política a nivel estatal interesó a la prensa nacional, y en varios periódicos aparecieron notas referentes al por qué de la huelga de hambre y los plantones. La más contundente fue la nota que sacó, a unos años de su fundación, La Jornada, lo que al parecer obligó a las autoridades a entablar negociaciones con la UPREZ para darle salida al conflicto. Salinas Navarro, que se encontraba de vacaciones en Cuba, según se murmuraba, dándose la gran vida, tuvo que regresar a Nezahualcóyotl inmediatamente para encarar el problema. Uno de sus allegados se acercó al plantón y nos dio su mensaje, en el que solicitaba a la UPREZ desistirse del ayuno y del plantón a cambio de viabilidad a nuestras demandas. Este mensaje motivo para que algunos cantaran victoria, entre ellos el propio Felipe, proponiendo que se concedieran las exigencias de Salinas Navarro. Como la mayoría de los militantes conocíamos lo taimado que era el edil, nos opusimos a que se levantara la protesta así porque si, sin antes tener un documento firmado por él en donde se comprometía a satisfacer nuestras exigencias. Esto propició que se polarizara el asunto entre nosotros, entonces se convocó a una reunión urgente de la UPREZ para decidir el camino a seguir. La reunión se llevó a cabo en la tienda de campaña de los ayunantes, casi a la medianoche. La discusión fue álgida y apasionada, hubo de todo, acusaciones de querer dividir, a los huelguistas se les acusó de ya querer comer, y hasta un pedo se le salió a alguien por ahí. Una discusión nada fuera de lo normal. Al final triunfó la mayoría y la huelga de hambre y el plantón se levantaron al día siguiente, después de que José Salinas Navarro signó el documento en el que se estipulaba su compromiso de resolver cada una de las demandas expuestas por la UPREZ, así como dejar que esta contratara una asfaltadora particular para beneficio de los colonos, y de las calles y colonias que serían pavimentadas a bajo costo sin que su gobierno interviniera.


FRENTE A FRENTE LAS CUBETAS ROJAS Y LAS VERDES

Las tensión entre la UPREZ y el PRI por la inauguración de la lechería de la Ampliación Vicente Villada, se dejó sentir una semana antes de que se realizara, ya que la entonces diputada federal Teresa Navarro, amenazaba con boicotear el evento sino se le privilegiaba con más tarjetas y espacios de comercio para sus afiliados. Pero como ya existía un acuerdo previo con el gobierno municipal, tuvo que recular sus intenciones.
El que cortaría el listón de la nueva lechería sería el mismísimo gobernador. Un protocolo oficialista que la UPREZ tuvo que tolerar. Los días se sucedieron y la fecha de la tan ansiada inauguración llegó. Se sabía que el gobernador arribaría a la lechería al mediodía, pero ya desde temprano las fuerzas de la UPREZ y del PRI se encontraban frente a frente, contenidas por sus militantes y por un delgado lazo que si se hubiesen desbordado los ánimos, nula resistencia habría opuesto y las consecuencias hubieran sido desastrosas.
Del lado izquierdo se encontraban las cubetas rojas de la UPREZ, y del derecho las cubetas verdes del PRI; dos trenes humanos a punto de envestirse. Gritos y consignas de ambos lados; las porras oficialistas y zalameras del extremo priísta, y los siseos combativos y contestatarios de las filas de la UPREZ. Por momentos la situación se tornaba incontrolable y los militantes de los dos bandos, sudaban la gota gorda para mantener el orden. En un momento de máxima presión, una señorona rechoncha, morena y emperifollada, con un bolso rojo de piel, con palabras groseras llamó mi atención, reclamándome que estaba transgrediendo los límites que a su grupo le correspondían. Yo, que por esos tiempos era más respondón y rebelde que ahora, sin dejarme intimidar la mandé al carajo. La señorona se enchiló todita e intentó echarme de sus dizque dominios usando la fuerza. Yo me mantuve firme y más se enojó. Hubiera pasado a mayores, sino es porque alguien anunció que el gobernador no tardaba en presentarse en el lugar. La morena se apresuró a incorporarse al frente de la fila priísta. Caminó el reloj y la lechería tuvo que ser inaugurada por un funcionario menor del ayuntamiento municipal, ya que el gobernador nunca se apareció para hacerlo.
Al término del acto supe que la señorona con la que me había enfrentado, era ni más ni menos que la diputada federal Teresa Navarro, que tenía fama de vengativa y de pocas pulgas. Sudé frío, y respirando hondo, exclamé: ¡De la que me salvé!
Cuando las cubetas rojas y verdes menguaron, se llevó a cabo la colocación de la placa que daba crédito de que la lechería había sido gestionada por la UPREZ y no por el gobierno municipal, ni por el PRI. El que la fijó fue el Tío Rafa. Luego un grupo de compañeras, con platillos diversos que prepararon para la ocasión, realizaron una taquiza popular. Terminando el refín, en medio de un chipichipi, el cantautor León Chávez Texeiro, acompañado de su inseparable guitarrista, Al varo (q.e.p.d), nos deleitaron con una tanda de rolas sociales y políticas. La lluvia amainó, y antes de retirarnos del lugar, una compañera de la cual no recuerdo su nombre, con voz quebrada pero esperanzadora, dijo: ¡La lluvia amainó, pero la lucha del pueblo no y seguirá hasta que no haya quien la retome. O mejor dicho hasta que los pobres ganemos!


EL SUEÑO DE LA GUERA


Regresábamos de una reunión entre organizaciones sociales, que se había realizado allá por el barrio de Tacuba. Al cruzar el chimeco la glorieta de avenida Adolfo López Mateos, mirando hacia la estatua del Tlatoani y poeta Nezahualcóyotl, la Güera Luz me comenzó a contar el sueño que había tenido la noche anterior, en el que se había visto cerca de un incendio, conducida por un par de bomberos que la treparon a una pipa.
Luz no concluyó el relato onírico, ya que al pasar frente a la calle Santa Anita, se percató de que algo sucedía en la vecindad que la UPREZ mantenía ocupada. La Güera se apresuró a pedirle la parada al chofer y antes de bajar me pidió que fuera dar aviso de lo que ocurría en Santa Anita. La Güera dejó el chimeco y yo me seguí en él para cumplir su petición.
Apenas llegó a la vecindad, la policía judicial la detuvo, y se la llevó a su comandancia en Palacio Municipal. Su sueño se había cumplido, las llamaradas no eran otra cosa que problemas y los bomberos, el par de judiciales que cargaron con ella.
Cuando arribé a la comandancia, ya la UPREZ presionaba para liberarla. Entré al edificio y vi a la Güera en uno de los separos que daba hacia el escritorio del ministerio público. Me acerqué a Rafa y le pregunté como estaba el asunto. Este me respondió diciéndome que ya estaban tratando el asunto con las autoridades. Todos sabíamos que si bien era un asunto legal, también tenía su tinte político, y desde las dos vías teníamos que presionar para que soltaran a nuestra compañera. Se hizo lo necesario. Mientras tanto seguía llegando gente de todas las colonias pertenecientes a la UPREZ, pues reconocían en Luz a una dirigente y luchadora social importante y comprometida con su causa. De un momento a otro se logró reunir una multitud que se mantenía firme dentro y fuera del edificio. Pero ni así se persuadió al ministerio público para que otorgara su liberación. Eran tiempos de represión y autoritarismo, entonces lo político tenía que ser más contundente para que lo legal se ablandara, y la oportunidad de negociar tuviera más perspectivas. Sin dejar la presión social, se decidió informar del asunto a la prensa nacional, pero esta vez no tuvo tanto impacto como la huelga de hambre y los plantones simultáneos en varios municipios del Estado de México. Entonces se mandó a una comisión a Texcoco para entrevistarse con el subprocurador y pedirle interviniera en el asunto. El cóctel de acciones legales, políticas y sociales resultó y la Güera fue liberada al tercer día de su reclusión. Siguió luchando varios años más, hasta que la coyuntura y las contradicciones internas por la alianza con el PRD, y por otras contradicciones que ya se venían dando, obligaron a algunos militantes a separarse de la UPREZ, junto con ellos la Guera Luz.


¡PRESOS POLÍTICOS LIBERTAD!


La aprehensión de Lourdes y su marido se gestó luego que golpeadores de la CNC, capitaneados por el Zupa, se introdujeron a la vecindad que la UPREZ mantenía tomada en la calle Xochimilco. Golpearon a los compañeros que se encontraban de guardia y se dieron a la fuga cobardemente. Entre los golpeados por un cachazo de pistola en la cabeza, estuvo Juan, un sujeto que causaba suspicacias por su aparición tan repentina, por sus métodos radicales, y porque a nadie quería decir en donde residía. Se le tachaba en veces de policía de gobernación, y en otras de ultrarradical. Aunque para ser sinceros era una mezcla de ambas cosas, ya que su forma de actuar eran propias de alguien que utilizando consignas revolucionarias, atizaba a asumir posiciones porriles, que inducían más a provocaciones dignas de abonar en la represión por parte del gobierno. Cuando llegó a la colonia, se presentó a la casa de Rafa actuando y hablando como si conociera a fondo a la organización. Eso despertó suspicacias.
Ya presos Lourdes y su esposo se decidió acudir al reclusorio para exigir su liberación. Un grueso contingente capitaneado por Doña Oliva, María Eugenia, Doña Rosa y su hija Lola, que era gritona y combativa, entró inesperadamente a la sala donde se encontraban los juzgados, y desplegando mantas y carteles comenzaron a corear consignas. La protesta molestó al director del penal, pero sobre todo nuestros gritos de ¡presos políticos libertad!
Todo el día se estuvo en el reclusorio, hasta que al día siguiente se empezó a murmurar que las consignas tenían muy molesto al director, ya que decía que era falso que el tuviera ahí recluidos presos políticos, puros delincuentes comunes, parafraseando el diazardosismo. Durante toda la protesta los judiciales desde detrás de la rejillas de presentación, señalaban y señalaban hacia los protestantes para detectar entre ellos al o a los líderes que los capitaneaban. Cada que lo hacían el cuero se nos enchinaba, ya que era bien conocida su brutalidad. En un momento en que la protesta subió de tono, intentaron que Lourdes y su marido les ayudaran a identificar y dar nombres de los manifestantes. Eso dijeron ellos al salir del reclusorio, negando que hubieran chivateado o señalado a alguno de nosotros.
Cuando ya se preparaban acciones políticas más contundentes, los gritos de presos políticos libertad surtieron efecto, ya que estos llegaron a oídos de las autoridades estatales, que ordenaron al director del penal a otorgar la liberación bajo fianza de los compañeros.
Antes de abandonar la cárcel Lourdes y su cónyuge, el director pidió que una comisión entrara por ellos al reclusorio, pues quería dejar en claro que en el penal no había preso político alguno. Con suspicacia se formó la comisión y cuando estaban a punto de cruzar por la puerta del reclusorio, los guardias les impidieron el paso, y señalándonos a Rafa y a mi, nos pidieron que entráramos con ellos, sobre todo a mi, que al parecer me habían identificado como el máximo instigador. La verdad me temblaron los tanates y se me secó el gaznate. Pero la gente, percatándose de sus verdaderas intenciones, se opuso y los obligamos a que dejaran pasar a toda la comisión, en la que no estaba incluido. Los judiciales tuvieron que aceptar la proposición a reserva que si no lo hacían entraríamos todos en tropel. Antes de cerrar las puertas de la penitenciaría, se les advirtió que si no volvían a salir o si les pasaba algo adentro del reclusorio a la comisión, la protesta continuaría pero ahora con más gente. Los judiciales se comprometieron a respetar su integridad.
La estancia de los compañeros y de Rafa en el reclusorio se alargó más de lo debido, y cuando salieron lanzamos porras y consignas de victoria. Rafa se veía pálido y en sus encías escurría sangre. Le pregunté que le había ocurrido. Este sosteniendo su cinturón entre las manos me contestó: ¡Luego te platico, ahorita vámonos! Nos deslizamos por una de las calles aledañas hacia la avenida Pantitlán, alardeando la liberación de nuestros compañeros. Pasaron los días y Lourdes y su esposo negociaron a nuestras espaldas con el dueño de la vecindad y se marcharon intempestivamente de la colonia.
Dado que Rafa es una gente sumamente reservada, costó trabajo sacarle la sopa de lo que le había dicho el director del reclusorio. Aunque no confesó si lo habían golpeado adentro, si comentó que el director le había amenazado con vengarse de nosotros por gritar presos políticos libertad. Que ya nos tendría en sus manos, y haber si éramos tan cabrones para decirle en su cara todo lo que le achacamos. La confesión me dio escalofrío.


EL AGUACERO

Hubo un tiempo en que los que construimos a la UPREZ, nos la pasábamos en reuniones, mítines y plantones. Esa era nuestra vida para conseguir el sueño socialista que nos animaba a dar todo de nosotros. Entonces nuestras piernas hablaban entre si de puras marchas, nuestras manos de mantas, pintas y pancartas, nuestras gargantas de consignas y demandas contra la “dictadura perfecta priísta”; contra los burgueses y funcionarios panzones a costa del hambre del pueblo trabajador. Entonces nuestras miradas estaban llenas de futuro, y en nuestra utopía pacían las mejores causas del mundo y del país.
Éramos hermanos de todo, hermanos de una misma esperanza; solidarios hasta compartir un plato de comida, o un vaso de agua. No había más ambición que la de liberarnos de la represión y la explotación, la miseria y el abandono que padecíamos millones de seres humanos. Nada de lucro economicista; lo hacíamos por nosotros y por nuestros hijos, por nuestra clase... En fin éramos más idealistas...
Esa vez el aguacero nos llegó de repente, estábamos a punto de levantar el plantón, cuando sus lágrimas se precipitaron violentamente sobre las tiendas de campaña. Parecía que alguien hubiera acuchillado las nubes, para como panzas de vaca, abrirlas en canal y dejar fluir su savia a borbotones. San Pedro se puso a arrojarnos cubetazos de agua, a mearnos junto con los ángeles y arcángeles. Para colmo, Eolo se integró al desmadre, y comenzó a soplar como si fuese su cumpleaños y tratara de apagar las velas de su pastel. Las tiendas de campaña se zarandeaban de un lado a otro, el aire era una navaja que las hería hasta convertirlas en una regadera. Como pudimos nos arropamos los unos con los otros, para resistir los bayonetazos líquidos: La delgadez de Elisa, la redondez de Natividad y la Guera; el fisicoculturismo de Raúl, mi charal complexión. El aguacero bonito que se estaba divirtiendo a nuestra costa, haciéndonos cosquillas frías que nos hacía tiritar y carcajear. Cuando tuvo la gana o se cansó de tanto relajo, como vino se fue, dejándonos hechos un batidillo, mojados y remojados. Hacía el sur lo vimos partir, resbalarse por el párpado del sol, que antes de dormir tuvo la amabilidad de ofrecernos unos de sus rayos calientitos, para quitarnos el escalofrío.


LA GOLPIZA DEL VIKINGO A LA UPREZ

Cuando supe de la golpiza a la UPREZ por un grupo de porros, y de que Felipe había sido el más apaleado, acudí de inmediato a su casa. Felipe entonces rentaba un pequeño departamento cerca de Flamingos sobre la avenida Carmelo Pérez. Lo encontré postrado en su cama con el dorso desnudo y la ira encendida en su rostro. Al verme llegar inmediatamente me comenzó a contar como había sucedido todo. Que antes de arribar la marcha a Palacio Municipal un grupo de golpeadores la había interceptado, y sin decir agua va los embistieron. Con el que más se ensañaron fue con él, tundiéndole a batazos brutalmente.
Mientras me contaba Felipe re-chinaba los dientes de coraje, tenía todo el cuerpo cubierto de moretones. De milagro se había salvado de morir a batazos. Me pareció percibir que lo que más le dolía era su orgullo propio, y que tarde que temprano haría lo necesario para no dejar impune la salvajada de los porros, mandados por el Vikingo. En los subsecuentes años asistí a dos conmemoraciones de aquella represión a la UPREZ. Después tal suceso se diluyó y ahora sólo forma parte de un pasado el cual fue pesaroso y agridulce.


LA VIEJECITA ESTUDIOSA

Me contó don Gonzalo que lo que ahora es la secundaria José Revueltas, antes era una guardería del DIF abandonada. Que ellos junto con el maestro Alberto Rojas la invadieron para construir una escuela. Eso pasó a principios de los ochenta. En un inicio se usaba para dar alfabetización y primaria y secundaria abierta, así como centro de reunión y organización vecinal; también ahí se hacían reuniones de jóvenes, eventos artísticos y culturales, así como encuentros con otras organizaciones vecinales que pertenecían a la CONAMUP.
Esos entonces me traen recuerdos, sobre todo uno que rememora el paso anónimo de una anciana que cargando sobre su espalda un costal y sosteniendo una bolsa en una mano, seguida de una manada de perros que no permitían acercársele, cruzaba vigorosa por el patio.
El sol está en el cenit, y la puntualidad de la anciana para acudir a las asesorías, es más de inglesa que de mexicana. Los costales se quedan afuera, y la bola de perros se echa a su lado para vigilarlos. La abuela saca de la bolsa sus libros y cuadernos y con ellos bajo su brazo entra robusta al aula. Yo la miro desde la puerta entreabierta del cubículo que la hace de dirección, Admirado de su decisión de concluir su primaria, sin claudicar un solo día, como si entendiera que el tiempo entre más viejo menos alcanza para cumplir nuestros deseos y caprichos, y no vale desperdiciarlo con flaquezas y desencantos, si al fin de cuenta nuestra certeza de morir no está en entredicho.
Un poco encorvado su cuerpo pero macizo, con el pelo hirsuto de gruesas canas; su color moreno, más que color es una cáscara de años que protege el alma insistente de una mujer que nunca se cansará hasta alcanzar su meta más soñada: el sol. Sus ojos altivos, dos profundas cuencas desbordadas de luz, ojos de niña-vieja con la paciencia suficiente como para aquilatar lo valioso de poder percibir aún la letra, y con ello conocer los misterios de las palabras, que tanto anheló transgredir, que tanto soñó saber aún después de encontrarse dicha oportunidad a unos metros de ser borrada del firmamento.
Cuando la anciana terminó la primaria, orgullosa mostraba el certificado probatorio de su esfuerzo portentoso, que le iluminaba el rostro de satisfacción. Yo no tuve más que reconocer su empeño y emocionado deposité un beso en su mejilla. Ella, animosa, exclamó: ¡Si Dios me presta vida terminaré la secundaria!


DE AJODIDO

Eran los tiempos aciagos de militancias revolucionarias, en la que nos faltaban horas para dedicarlas en su totalidad a las causas del pueblo. Encantados por la utopía socialista, íbamos por la vida dejando larvas de nosotros, ya por la solidaridad con las luchas populares, ya para dignificar la vida de los colonos y la clase trabajadora. Eran los tiempos del apostolado de izquierda, del altruismo a toda costa, de la resistencia popular sin dar marcha atrás. En fin... Eran años de ofrendarse por el bien de la patria y de la historia...
Rafa, la Güera Luz y yo transitábamos por la avenida Sor Juana hacia una asamblea vecinal. Como no habíamos comido nada en todo el día, las tripas nos rugían de tal manera que podíamos oírla s a pesar de tanto ruido por los escapes de los chimecos. Nuestros bolsillos vacíos y aún la brega era larga como para claudicar y retirarnos a comer algo a nuestra casas. La brutalidad del sol golpeaba nuestra humanidad. En eso un oasis, un espejismo de salvación frente a nosotros. El olor rico a pan de ajo nos aguó el olfato. Nuestros intestinos se retorcieron ansiosos de deglutirlos en sus ácidos. Confabulamos con la mirada. Rafa buscó en sus bolsillos algunas monedas, encontrando un par de ellas, insuficientes siquiera para adquirir una barra del manjar que nos guiñaba su aroma detrás del cristal, posando sabrosa en los estantes. Un dejo revolucionario bulló en mi cerebro, empujándome a realizar un acto heroico... Arrebaté a Rafa el par de monedas y con ellas me introduje al expendio decidido a intercambiarlas, aunque sea por un mendrugo.
Busqué por todas partes a alguien con quien negociar, pero como nadie se apareció a atenderme, venciendo mis escrúpulos, intercambié para la causa, las monedas por una barra de pan. Dejé el dinero en la charola y salí del establecimiento. Nos echamos a andar apresurados por la avenida, y cuando estuvimos ya lejos, le entregué el pan a la Guera. Esta tronando una de sus acostumbradas carcajadas, partió la barra en tres, con las cuales, llenos de risa, mitigamos nuestra hambre.


QUERIA LLORAR

Terminando la reunión con funcionarios de gobernación del Estado de México, estos soltaron la especie de que al DIF de Nezahualcóyotl, se le estaba surtiendo, además de leche, queso y gelatina, conminando a la UPREZ a entrevistarse con el director para negociar con él alguna dotación.
La fuerza que tenía la UPREZ entonces, bastaba para espantar y sentar a cualquier funcionario o autoridad. En la primera reunión de coordinación que se tuvo, se informó de lo logrado ante el gobierno estatal, y de lo que habían comentado respecto al DIF municipal; que existía la posibilidad de negociar con el director las cosas que le llegaban para beneficio de la comunidad. Al oír esto, una compañera comentó de los rumores que se esparcían en la colonia, de que el director del DIF hacía negocio con el queso, la leche y la gelatina: que la repartía entre sus familiares, amigos y allegados políticamente a él, o en su caso la vendía a quien se la pedía.
Los comentarios de la compañera, calentaron los ánimos de quienes nos encontrábamos en la reunión. Hubo quienes propusieron se denunciara ante la autoridades, pero como no se contaba con pruebas contundentes para hacerlo, y además como se desconfiaba que las autoridades lo castigaran, se decidió vigilar el DIF, para que en cuanto se percatara del arribo de los camiones surtidores de dicho alimento, se diera el pitazo y así la marabunta uprecista, los cayera con las manos en la masa, y obligarlos a compartir el producto de su corrupción.
No tardo en llegar el aviso, y de inmediato se tomó por asalto el DIF. El director al ver el gentío se asustó demasiado, y sin poner obstáculo alguno aceptó platicar con una comisión. La reunió se hizo en su oficina. El director se veía inquieto y presionado y tartamudeaba al hablar. Entonces se le planteó lo de compartir una dotación de lo que le llegaba con la UPREZ. Pero espantado y todo no accedió. Entonces Toño salió a informar a la raza de su negativa. Esta se enardeció y actuando en consecuencia cerraron todas las entradas y salidas del DIF, amenazando con quedarse allí hasta que no cambiara de opinión el director, y le otorgara algo de lo que le llegaba, y con lo cual hacía negocio. Para entonces ya eran cientos de mujeres y hombres los que abarrotan el DIF. Al enterarse de la toma, arribaron varios agentes de gobernación que amenazaron con fincar responsabilidades legales, sino se permitía la entrada y salida de la gente, sobre todo de los enfermos que iban a atenderse ahí. La UPREZ no se amilanó, aunque para no provocar represalias o represión alguna, permitió el libre paso de los enfermos y ancianos pero nada más.
Encerrados en la oficina del director, la comisión continuaba negociando. El encargado del DIF ya no sabía que hacer ante tanta presión, y pretendió escapar, hubo un momento en que sus palabras se entrecortaron, y por poco se pone a llorar. Pidiendo, suplicando, que lo dejaran salir, que se le pidiera a la gente que por favor se marcharan. Pero la decisión estaba tomada, nadie se retiraría, ni la comisión lo dejaría salir hasta que no cediera a las peticiones.
Pero cuando el director estaba a punto de derrumbarse, llegó su salvación, el risueño secretario del Ayuntamiento, Felipe Mercado, con una resolución del mismísimo presidente municipal, que el director inmediatamente acató. Negando que en ese momento hubiera queso y gelatina, sólo otorgó un generoso lote de leche, la que con los cientos de brazos en un santiamén, como un río de hormigas, se llevó a la secundaria José Revueltas, que por esos días estaba a punto de recibir su registro.
Posteriormente, ya repuesto del susto, se vio al director y a uno de sus más leales compinches, trasladando sobre una camioneta los quesos y gelatinas que se negó entregar a la UPREZ, y que fueron la causa de que quisiera llorar.


LA CHIAPANECA

Era bajita y de una tozudez que irradiaba valentía. Le apodábamos La Chiapaneca, y en algunas veces La Morena. A pesar de su pobreza era alegre y solícita, para todos se proponía, no había plantón, marcha o mitin en el que no quisiera participar, a pesar de la responsabilidad que tenía a cuestas de alimentar a media docena de chamacos que su esposo borrachín le endilgó.
Una tarde, La Chiapaneca llegó abatida al comité. Le preguntamos que le ocurría. Esta enjugándose las lágrimas que ya le comenzaban a escurrir por sus pronunciadas ojeras, contestó:
--Me acaba de matar un chimequero a mi’jo. Y no tengo dinero pa’ enterrarlo…
Una puñalada de dolor se enterró en nuestro pecho, y el Tío Rafa, condolido, se adelantó a brindarle solidaridad:
--No se preocupe compa, la organización se hará cargo del sepelio.
A la semana de que se enterró al hijo de La Chiapaneca, esta volvió al comité desesperada, pues los de la línea camionera se negaban a cumplir con el pago de la indemnización que le habían prometido. Si de por sí la muerte del pequeño había sido un acto de barbarie, de esas que los cafres acostumbran: el chofer del camión, con sangre fría, regresó el camión y lo remató. Ante esto decidimos acompañar a La Chiapaneca a entrevistarnos con los de la línea camionera, para exigirles el pago de la indemnización de una vez por todas. Cuando arribamos al edificio que albergaban sus oficinas, un grupo de sujetos malencarados nos impidió el paso, preguntándonos que queríamos. Les pedimos nos anunciaran con su patrón. Uno de ellos, separándose del grupo fue a cumplir nuestra petición. Después de una hora de espera, el patrón salió a platicar con nosotros, preguntándonos bonachonamente qué se nos ofrecía. Sin preámbulos le informamos del por qué de nuestra visita. Cuando terminamos nuestra exposición, simulando verdadera consternación se disculpó con La Chiapaneca, y prometió liquidar la deuda al día siguiente. Confiados de su buena fe, accedimos a su ofrecimiento, sin antes advertirle que en caso de que no lo hiciera, se atuviera a las consecuencias. El muy sonriente, y diciendo que no habría necesidad de ruido, nos palmeó la espalda despidiéndose de nosotros confianzudamente. Los malencarados nos abrieron paso abandonando dichas instalaciones camioneras esperanzados en que esta vez si cumpliría su palabra.
Transcurrió una semana más, y La Chiapaneca no recibía la indemnización, entonces la organización tomó la resolución de pasar a mayores para presionar a los de la línea. Antes de hacerlo, y como una manera de protegernos de alguna represión legal, acudimos a platicar con el entonces Secretario B del Ayuntamiento Municipal, Fernando Alegría. Le enteramos de que ante la negativa del pulpo camionero de indemnizar a La Chiapaneca, llevaríamos acabo una toma pacífica de camiones, y no los soltaríamos hasta que el pulpo cumpliera con el pago. Entendiendo nuestras razones, que se trataba de un acto de justicia, y no de una arbitrariedad de nuestra parte, el tal Alegría se comprometió a secundar nuestra acción, aguantando la candela que los de la línea seguramente le harían sentir al gobierno municipal. Que el pararía todo intento de proceder policial o jurídicamente contra nosotros. Le agradecimos el gesto y dejando su oficina nos salimos a cumplir con nuestro cometido.
Paramos al primer camión que estuvo a nuestro alcance. Explicándole a los pasajero del por qué lo reteníamos, invitándolos comprender nuestra razones. Los pasajero vaciaron el vehículo tranquilamente, no así el conductor, que enfurecido, amenazó con agredirnos físicamente y levantar una demanda contra nosotros por secuestro. Le dijimos que lo hiciera, pero ni así liberaríamos su unidad la que retendríamos hasta que los de su línea pagaran la indemnización a La Chiapaneca. Al verse rodeado de una multitud, en su mayoría mujeres, decididas a llevar acabo la exigencia topara lo que topara, el chofer rogó que lo dejáramos ir; que el camión no era de él, que él era un trabajador más, y que la fin de cuentas él no había matado al chamaco. Pero no le hicimos caso y lo invitamos a dejar la unidad sin hacer aspavientos. El conductor, al percatarse que hiciera lo que hiciera no lograría condolernos, dejó el camión y se fue a sentar en una de las escalinatas que dan a la explanada de Palacio Municipal. Luego se incorporó echando a caminar hacia el oriente.
Como se llegaba la hora de ir a recoger a sus hijos a la escuela, la mayoría de compañeras pidió retirarse a cumplir su labor. Se les concedió quedando un grupo reducido para sostener la presión. Al rato arribó el chofer acompañado con el dueño del camión, y sin más enfrentó al grupo, amedrentando con demandarnos por secuestro y robo. Igual que a su dependiente le dijimos que hiciera lo que le viniera en gana, pero que ni así recularíamos. Que la única manera que había para que le regresáramos su unidad, era que la línea pagara la indemnización a La Chiapaneca por la muerte de su retoño.
El dueño, no dijo más, y enojado se retiró rumbo a Palacio Municipal para exponer su queja a las autoridades. Regresando al poco rato junto con su trabajador. Ya relajado, nos pidió verificar que todo estuviera en orden en interior del camión. Se lo permitimos. Una vez que lo hizo, se bajó y fue a sentarse junto con el chofer, a esperar a los de la línea, que según sus palabras, no tardarían en llegar para solucionar el problema. Con esto nos dimos cuenta que Alegría había cumplido con su parte, y nosotros, que ya habíamos quedado reducidos a cinco personas, pacientes, nos acomodamos al frente y a los lados del camión a esperar el desenlace de tal acción justiciera.
Pasaron varias horas, y un propio de Alegría fue a avisarnos que en la oficina de este nos esperaban los de la línea. Antes de acudir, por mera suerte, regresaron a apoyarnos otro par de compañeras. Les pedí que se pararan frente del chimeco y que pasara lo que pasara no se movieran, ni lo dejaran mover hasta que volviera y les diera la indicación de que ya lo dejaran ir. La Chiapaneca, atando sus brazos a la defensa, exclamó envalentonada:
--¡Usted no se preocupe compa, yo de aquí no me mueve, no le haiga que me maten!
Los de la línea pagaron la indemnización. Meses después La Chiapaneca emigró de la colonia pero no así de mi memoria.


PARA EL PUEBLO LO QUE ES DEL PUEBLO

“Para el pueblo lo que es del pueblo,
por que el pueblo se lo ganó;
para el pueblo lo que es del pueblo,
para el pueblo liberación.”
Piero

La consigna era: “¡La vivienda de hecho del pueblo es un derecho!”, frase que se llevaba hasta las últimas consecuencias. Por esos años, algunos militantes de la UPREZ, influenciados por la tesis leninistas de que “al pueblo lo que pida”, no escatimaban sacrificio alguno para cumplir las demandas que este les planteaba, aunque se tratara de cosas que ponían en peligro su vida y su libertad. Esta consigna, los llevó a cometer errores y a que la gente se aprovechara de su buena voluntad para lograr cosas personales, que nada tenían que ver con la colectividad o con los preceptos sociales y humanistas de la organización.
Un día, que reunidos en la casa del Tío Rafa, Doña Rosa y su hija Lola, llegaron acompañadas de un oaxaqueño, el que según había sido despojado de su terreno. Doña Rosa nos pidió que intercediéramos por él. Le dijimos que primero nos informara como había sido despojado, y bajo qué circunstancias. Rosa le dijo al oaxaqueño que nos lo relatara. En su narración de los hechos, salió a relucir el nombre de un trinquetero que se hacía pasar como licenciado, un tal Pancho, que era miembro del PARM; del cual ya se conocían muchos fraudes y tranzas, entre ellas algunas cometidas contra la organización. El tal Pancho le estaba llevando su caso de usucampión, que al parecer ya había perdido, y quería que la UPREZ le ayudara a llevar acabo una jugada y así poder rescatar el terreno. Doña Rosa sincerándose, soltó la lengua de que el tal Pancho nos estaba esperando en una casa cercana al terreno en pugna, para negociar con nosotros. Conociendo las mañas del tal Pancho, al principio nos negamos, pero luego, bajo la insistencia de Doña Rosa y su hija Lola de hacerle la balona al oaxaqueño, se accedió a platicar con el parmista.
Como ya rayaba la medianoche, y en lo que se reunía a la gente para perpetrar la acción que en estos casos se tenía que hacer, pasamos por unos compañeros a Las Fuentes para que nos acompañaran. Llegando a la casa donde nos esperaba el abogadete, este nos recibió sonriente y muy amable, como si fuéramos sus grandes cuates. Sin pedírselo nos comentó de cómo estaba el asunto jurídico, de que no había otra que echar abajo el juicio que se había perdido para iniciar otro. Antes de aceptar su sugerencia, y de interceder por el oaxaqueño, se llegó a un acuerdo con ambos, en el que se comprometieron, una vez recuperado el terreno, a donar la mitad para que solicitantes de vivienda de la UPREZ lo habitaran. Gustoso aceptaron el trato, sellándolo con un “nadie va a traicionar lo pactado”. Manos a la obra: ya con un buen número de personas dispuestas a apoyar la acción, nos fuimos al terreno en comento. Este se encontraba custodiado por un grupo de fulanos armados, que al vernos llegar se parapetaron en la azotea. Pedimos conferenciar con ellos. Estos en respuesta, mostrando sus armas, nos pidieron que nos retiráramos sino queríamos tener problemas. Nadie se amilanó y se insistió en parlamentar con ellos. La gente continuaba arribando, y ante su negativa a platicar, les comenzaron a gritar que si no se salían del terreno, los iban a sacar a como diera lugar. Ante la presión, no tuvieron otra que aceptar hablar. Se les preguntó su procedencia. Estos dijeron ser judiciales. Se les pidió se identificaran. Estos se negaron a hacerlo. Entonces nos dimos cuenta que mentían, y se les dijo que estaban incurriendo en un delito al estar dentro de un terreno que no les pertenecía. Contestaron que seguían órdenes del dueño. Se les preguntó el nombre de este. Se callaron. ¡Ustedes no saben en la que se están metiendo! Se les sentenció. Estos en respuesta amenazaron con iniciar una balacera para que nos marcháramos. La gente seguía llegando. Al ver la multitud que ya se había reunido frente a la casa, estos decidieron parapetarse de nuevo en ella y rompieron el diálogo.
Como las pertenencias del oaxaqueño aún estaban regadas en la calle, se decidió volverlas al terreno, como una forma de presionar a los pistoleros. Se regresaron al terreno por una de las bardas. Al ver el movimiento, los seudo-agentes se inquietaron y farfullaron que si no dejábamos de hacerlo dispararían a quemarropa. La gente antes que azuzarse se irritó y comenzó a sisear: ¡Pues dispárennos cabrones, que no les tiembles los huevos! Ya bastantes presionados por los gritos y los empujones a la puerta, los empistolados dejaron la casa y trepando a un carro que llegó justo cuando estos lo hacían se marcharon del lugar. La gente al verlos alejarse jubilosa se posesionó del terreno: ¡No que no se salían cabrones, el miedito que le tuvieron a la UPREZ!
Después de esperar y percatarnos de que ya no habría reacción alguna por parte de los pistoleros, se ayudó al oaxaqueño a meter sus muebles a las piezas que ocupaba antes de ser desalojado. Antes de que la mayoría se retirara a su aposento a descansar, se organizó una comisión que vigilaría durante la noche, y que avisaría a los demás en caso de represalias.
Al otro día, Doña Rosa acudió de nueva cuenta a la casa de Rafa a informar que el oaxaqueño se había echado para atrás con lo acordado, y que se encontraba parapetado en una de las viviendas, junto con su familia, amenazando con una pistola de que sino se salía la gente de su terreno la sacaría a punta de balazos. Se acudió a platicar con él para hacerlo entrar en cordura y respetara su palabra. Doña Rosa y su hija Lola, mientras se negociaba con él, le gritaban que mejor le valdría dejarse de pendejadas, porque sino, se lo iba a cargar la chingada. Rafa se acercó a la puerta, e intentó razonar con el oaxaqueño, pero este estaba montado en su macho y mentó madres apuntando al Tío con la fuzca. Luego de rato de intentar convencerlo, el tipo reconsideró su posición, y pidió que se le dejara pensar esa noche. Se aceptó su proposición. Al otro día, Doña Rosa fue a avisar que el oaxaqueño se había marchado sin dejar rastro alguno. A los dos días se les dio posición del terreno a Doña Rosa y su hija Lola, y a un par de compañeras que nos resistieron los hostigamientos de parte de las primeras, y al mes abandonaron el terreno.
Después se supo que el oaxaqueño ni era dueño del terreno, y que Doña Rosa, su hija y el abogado trinquetero sólo lo había utilizado para hacer que la UPREZ, les ayudara a quedarse con el terreno. Esto pasó cuando algunos militantes de la UPREZ tenían la consigna de que “al pueblo lo que pida”.


LA PROESA DE PRIMITIVO

Fue durante una de las tantas manifestaciones de la UPREZ durante los gobiernos del PRI, a finales de los ochenta para exigir se resolvieran sus demandas. El comandante de policía municipal intentó detener a la multitud que quería entrar a Palacio para entrevistarse con el presidente. Como los ánimos estaban caldeados y el comandante quería romper la manifestación, Primitivo Ortega enojado por su acción lo levantó del cuello con sus manos, y como si fuese un simple muñeco de trapo en vilo lo trepó las escaleras para que pudiera entrar la gente al recinto municipal. Luego llegó Juan Manuel Mendoza y le ayudó a someterlo: “Pudimos en ese momento haberlo desarmado, pero nos abstuvimos de hacerlo. Dicen que nos veíamos rabiosos con las quijadas crispadas de coraje”. Cuenta Primitivo muy serio ante su proeza después de casi quince años. Después de haber sido diputado federal y director de Educación y Cultura de Nezahualcóyotl.


BENITA GALEANA EN LA SECUNDARIA JOSE REVUELTAS

Llegué de repente, Benita Galeana se encontraba en la cocina platicando sus proezas. Todos la escuchaban atentos. Su semblante de comunista llamó mi atención, en sus rasgos hechos surco por el tiempo, se insinuaba la mujer hermosa de otras batallas y otra historia. Me senté a su lado. Su fuerte presencia, su hablar pausado y sencillo, su inteligencia y ternura me enamoraron. Benita encendió un puro y le dio varias fumadas: “Me sorprende que la gente ponga mi nombre a sus colonias y a sus escuelas”. Esto lo dijo porque le informaron de la secundaria de la UPREZ que lleva su nombre: “Allá en el local de las costureras hay un auditorio que también tiene mi nombre; y también acaban de bautizar un conjunto habitacional con mi nombre; hasta existe una organización que se llaman Las Benitas.. Alguien un día me escribió un corrido, y varios pintores me han plasmado en sus cuadros. Vivir para contarlo, yo nunca pensé que por luchar por el pueblo me pasara esto…”
Benita escanció del vaso con tequila, y dando otra fumada al puro, pidió retirarse.
Ese día llegó a la Revueltas ataviada de un hermoso vestido bordado negro; como siempre en sus orejas pendían sus famosos aretes con la efigie de Lenin, esos que no dejó de lucir ni cuando ya había fallecido. Aunque ya pasada en años, la vitalidad se le miraba por los cuatro vientos. Benita Galeana acudió a la escuela a develar un busto de José Revueltas, el chamaco quinceañero y puñetero al que ella personalmente, y para que dejara de jeringar durante las manifestaciones contra el imperialismo norteamericano, le dio su credencial de comunista, aunque después -como ella lo dijo una vez, en que se le preguntó del porque el escritor había sido expulsado del partido comunista- halla cometido actos fallidos.
Benita trepó al auto dejándome su estela de amor y admiración por su entrega y consecuencia comunista.


EL PRIMER PRESIDENTE MUNICIPAL DE LA UPREZ EN NEZA

Aunque sea interino y por unos cuantos meses, durante el primer gobierno perredista en Nezahualcóyotl, la UPREZ tuvo Presidente Municipal. Fue durante la elección interna del PRD para elegir candidato a gobernador. Entonces como el entonces edil pidió licencia para contender en dichas elecciones, el Primer Regidor quedó en su lugar: Juan Manuel Mendoza, no sin antes una escaramuza política, porque el edil ausentado y su organización querían imponer a uno de los suyos, pasando por alto la ley, llegó a Palacio Municipal acompañado de las huestes uprecistas, los vigilantes le abrieron paso para que entrara a la oficina donde despachan los presidentes municipal, rodeó el amplio escritorio y antes de sentarse entre gritos correligionarios se lanzó un discurso acerca del poder popular y el programa de gobierno que desarrollaría durante el corto período que ejercería, donde destacó la realización de cabildos abiertos para consultar a los ciudadanos y dar solución a las demandas y problemas que el edil suplantado por él no había podido resolver.
Una vez terminado su discurso, respirando hondamente se sentó en la silla presidencial. Sus seguidores ulularon consignas y le externaron su apoyo. Juan Manuel, con el gesto de incredulidad, agradeció sus gestos de apoyo y les pidió se retiraran para tomar las riendas de tan importante responsabilidad. Sus correligionarios obedecieron y fue así como inició el primer gobierno municipal, aunque sea corto, de la UPREZ Nezahualcóyotl.


EL DIA TRAGICO DE LA UPREZ

El autobús estaba reservado para transportar a los discapacitados a la manifestación que se realizaría en Toluca, pero como compañeros de la Villada se apresuraron a abordarlo, el destino los salvó de sufrir el percance en el que estos padecieron.
Dicen que antes del accidente el chofer gritó que se le estaban barriendo los frenos, para después derrapar y voltearse aparatosamente. Que un profesor llamado Carlos, salió disparado por el parabrisas, pero que afortunadamente salió un tanto ileso y levantándose de su dolor, se dio a la tarea de sacar a la gente –la mayoría gente de la tercera edad, viejos luchadores de la UPREZ- que había quedado atrapada en el autobús. Que cuando este ayudó a salir a Doña Alejandra, esta gritaba: ¡Mi corazón, me duele mi corazón! El maestro la abrazó para que se calmara, pues la Doña sufría de una crisis de nervios, a causa del trauma de la volcadura, y de la fractura de clavícula que había sufrido.
La culpa la tuvo el carro materialista, que dicen se le cerró al autobús, y lo resbaloso de la carretera por la lluvia: seguramente el chofer se puso nervioso y no pudo maniobrar. Cuentan que hizo chuza con un par de autos por delante y por detrás. Entre los heridos estaban Doña Petra y Don Gonzalo –que a pesar de su diabetes y de que ya no ve bien nunca se pierde una sola protesta o marcha de la UPREZ-; Doña Catalina y Don Demetrio, pero la más afectada fue Doña Higinia. Como siempre el chofer se dio a la fuga, y todos los heridos fueron regados en hospitales de Toluca y Metepec.
Ese día del accidente -15 de marzo de 2005-, se cataloga como el día negro de la UPREZ, ya que no sólo sucedió la volcadura del autobús, sino dentro del acto político en la explanada toluqueña, uno de los reflectores se vino abajo golpeando a Martha Avila, a la que se le tuvo que enyesar la nariza, y colocar un collarín. No, pues cuando las tragedias suceden, suceden…Estas no le piden permiso a nadie.


LA TROPA LOCA

La otra tarde me topé al Cinches. ¡Colín! Me gritó con su voz alvadoreña. Me dio mucho gusto verlo, después de tanto tiempo que nos perdimos el uno del otro. Platicamos poco, pero en ese lapso me contó todo lo que me había perdido de su vida:
--Por poco y me muero, Colín. Me tuvieron que operar de emergencia. Me dio peritonitis, pero ni me había dado cuenta. Ya llevaba varios días con un dolor meco en los intestinos, hasta que me dobló y ya no pude caminar. Luego, luego al hospital para salvarme la vida.
Se veía sano el Cinches, nada marchitado por el trago, igual que la última vez que me lo encontré durante una de mis presentaciones en el foro de la CGCIN en el Parque del Pueblo. En esa ocasión el Cinches alucinaba de thinner. Me contó de la muerte del Voces, hermana de Juana. De cómo lo molieron las llantas del tren al quedarse dormido bajo de este. Me preguntó por el Cejas y por el Acrata, Enrique Lozano. Se acordó de la Comisión de Jóvenes de la CONAMUP y me preguntó si todavía tocaba en el grupo ZAZ, con Nacho el Black, Martín y Memo.
--¡De plano el alcohol te ha conservado bien, pinche Cinches! Le solté jacarandoso. Este ironizó al momento en que se interesó saber de Felipe, que era el que los aglutinaba, y siempre jalaba con ellos para todas partes, eran su tropa loca:
--Y qué con el Panes, ¿sigue siendo el mismo, o ya se le subió lo diputado?
--Pues pregúntaselo tú mismo, ya no tarda en llegar.
El Cinches prefirió retirarse, sin antes darme razón de su compadre el Gigio:
--¿Y qué onda con el Gigio, tiene años que no lo veo, qué ya se murió?
--¡No Colín! El Gigio sigue vivo, aunque ya se le va la cuerda!
En eso pasó en su bicitaxi el Gallo, también miembro de esa entonces tropa loca. Como siempre le grité: ¡Gallo! Y este me devolvió: ¡Gallo! Con una señal de manos nos saludamos. El Cinches se despidió de mí, prometiéndome volver cualquier día de esos a seguir haciendo nostalgia de la CONAMUP.


EL CENTRO CULTURAL VILLADA (FPIN-CEPOV)

Fue después del terremoto del 85, que llegué a este Centro Cultural, invitado por Felipe Rodríguez. Apenas lo conocí, me enteré de que había sido tomado por el FPIN, entonces perteneciente a la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (CONAMUP). Este espacio popular (ahora escuela secundaria José Revueltas), antes de ser CEPOV, había sido primaria, y luego guardería del DIF. Posteriormente fue abandonada, para luego ser tomada por los colonos de la Villada, lidereados por el profesor Alberto Rojas, para brindar una alternativa educativa a la juventud de la zona.
En el Centro Cultural Villada, como se le conocía, además de servir para reuniones y asambleas de los vecinos para organizarse y exigir a los gobiernos demandas sociales (lecherías, tortibonos, reducción al pago del predio y el agua, pavimento, etcétera), era utilizado para impartir, junto con INEA: alfabetización, primaria y secundaria abierta, y en ocasiones para realizar festivales artístico-culturales, y tíbires con el sonido Chester.
El ambiente ahí era totalmente comunitario, ver a las doñas debatir su situación social y los abusos del PRI-Gobierno, me alentaban y emocionaba. Una imagen que recuerdo constantemente, es la de la anciana yerbera, que con costal al hombro, y seguida por una manada de perros, acudía puntualmente a sus asesorías de primaria, la cual concluyó. Este ejemplo de tenacidad, me infundieron para ser parte de este proyecto sociocultural, que en su momento sirvió para el desarrollo humano y político de una comunidad de nuestro municipio.
Me quedé, junto con Alberto Rojas, quien era el que coordinaba dicho Centro, con Felipe Rodríguez, que era el que llevaba acabo las gestiones con el ayuntamiento; con la Güera Luz, que padeció la cárcel –el día que la apresaron, veníamos de una reunión allá por Tacuba, con representantes de diversas organizaciones y partidos políticos; antes de cruzar en el chimeco la avenida López Mateos, la Güera me platicó el sueño que había tenido la noche anterior. Me dijo: Soñé que la vecindad de la Santa Anita se estaba incendiando, y que yo trataba de apagar el fuego. Entonces llegaron los bomberos, y me dijeron, “súbase al camión señora, ahorita nosotros apagamos la lumbre.” Al cruzar la avenida Sor Juana, y pasar por la calle Santa Anita, la Güera vio un vorlote enfrente de la vecindad, que estaba tomada y en litigio judicial. Parándose apresurada, antes de bajar del chimeco, me ordenó que fuera avisar al Centro Cultural Villada. Yo hice lo que me pidió. Pero al acudir a la vecindad, ya la policía se la había llevado a Palacio Municipal. Entonces se realizó una presión popular para que el gobierno la excarcelara, lográndolo, creo, al tercer día de su aprensión-, por luchar por lecherías y vivienda para los más jodidos. Con Elisa, que no recuerdo que comisión tenía, con Vicenta, Nati y el Chumino, y muchos otros más.
Como todo principio, busqué relacionarme para conocer los pormenores de la organización y las labores que se desempeñaban en el Centro Cultural. Después, me di a la tarea de someter a conocimiento, algunos proyectos y visiones culturales que me traía entre manos. Sobre todo mostrándolos a Felipe y a Alberto, que intuí eran los líderes. Mis opiniones y propuestas atrajeron su atención, más a Felipe, con el que tenía un poco más de relación, ya que me lo había topado en diferentes eventos juveniles y comunitarios: en los festivales culturales de CECOS, en el local de los Mierdas Punk (con el Rafa Punk), a las afueras de Palacio Municipal. Alberto era más parco conmigo, tal vez porque desconfiaba de mí, o no le caía bien. Apoyado por Felipe, empecé a hacer mi labor en el CEPOV, primero participando en festivales culturales que se hacían ahí. Luego, acompañando con mi canto, las marchas y plantones de los colonos en sus demandas sociales frente a Palacio Municipal: Ahí fue donde perdí una guitarra valenciana, de un amigo cantor de por el Centro Administrativo Sor Juana, hecha con madera fina, incrustaciones de concha en el diapasón, un grabado de un dragón en su tapa superior, que era protegida por un estuche aterciopelado. Fue durante el gobierno municipal de José Salinas Navarro. Terminando de cantar, dejé la guitarra bajo una de las esculturas a la entrada de la explanada, encargándola a unos niños que creí eran hijos de las doñas de la organización. Luego se armó la refriega con los policías, cuando terminó y al buscar la lira donde la había dejado, esta ya no se encontraba. Los niños dijeron que se la había llevado unos policías. Ya en la negociación, se le pidió al expresidente que devolviera la guitarra, la cual nunca se recuperó.
Posteriormente, se me comisionó para coordinar eventos culturales, de entre los cuales, puedo destacar el taller de teatro para niños que yo impartí; la presentación del Grupo de Teatro Contigo América, que presentaron “Pedro y el Capitán” de Mario Benedetti; la presentación de José de Molina y León Chávez Texeiro; el canto de Miguel Pineda, que en eso años andaba en apogeo; el reventón de rock y blues con los grupos Cual, Follaje, Mara, entre otros. Hubo un evento del que guardo un trago amargo, uno que había sido programado para recaudar fondos, al que se invitó a Gabino Palomares, Los Nacos, Alejandro Llaima, Maica, entre otros interpretes del canto nuevo, que nunca llegaron, como tampoco el público. Yo me sentí derrotado, una por lo que se había invertido, y otra porque los grupos y público no habían llegado. Recuerdo que me senté sobre la jardinera que está aún a la salida de la ahora escuela, me puse a llorar. Felipe se acercó a mí y pasando su brazo sobre mi hombro, se solidarizó con mi fracaso, diciéndome que a veces las cosas no salen como uno quiere, que ahí sería para la otra, que no me preocupara, que nada se había perdido.

Ahí en el CEPOV, se presentaron grupos musicales, como Vuelta a la Izquierda, semillero de músicos, que hoy en día prestan sus oficios en agrupaciones de prestigio, como son los Folcloristas, y Los Leones de la Sierra del Jichu; también el grupo Alux, de la Prepa de la Comunidad, el Son Solidaridad, Canta Gacho, El Nombre es lo de Menos, el grupo Salitre; el grupo de teatro Juglares –Rogelio impartió un taller de teatro-. De ahí salió el grupo de rock ¡ZAZ!, donde tocábamos Nacho (Black uno), Memo, Martín, Pedro y yo:una anécdota de este grupo: Entonces en el CEPOV, ensayaban los del grupo Acrata, y como había un solo bafle, en una ocasión, en que las diferencias ideológicas me enfrentaron con Enrique Lozano, y como los dos ibamos a ensayar esa tarde, la disputa por el bafle, generó en una situación chusca; el bafle iba de un lado a otro, unas llevado por Enrique, y otras por mi.

Recordar mi participación el CEPOV, me trae muchas remembranzas, como la del auditorio “Alfredo del Mazo Colín”, que así le puso Pedro, el baterista que tocaba con el ¡ZAZ!, un jacalón largo, que estaba del lado norte del Centro, y que hoy es un laboratorio. Ahí, además de presentarse el grupo Contigo América, se resolvió la alianza, por parte de la UPREZ, con el PRD. Recordar el día en que se hizo un baile para recaudar fondos, y a mi me tocó resguardar la entrada: el Chino, líder de los Piñas, y que después fue apresado por asaltabancos, por no permitirle la entrada sin pagar, me encañonó con una escopeta, que si no hubiera sido por Felipe, al que le guardaba respeto, tal vez me la hubiera detonado en mi humanidad. Recordar a tantos y tantas que anduvieron por ahí, pajareando, o ayudando en lo que podían, o simplemente cotorreando. Nombraré a algunos: El Talas, Felinillo, Cinches, el Voces, el Gigio, el Cejas, la Juana, el Gallo, Alejo


TESTIMONIOS


PARA ENTENDER EL PROCESO DE LA UPREZ
FELIPE RODRIGUEZ AGUIRRE

Para entender el proceso de desarrollo de la UPREZ, es necesario remontarse a sus antecedentes más inmediatos, y para ello partiremos de aquel 1977, año en el que un grupo de jóvenes decidimos iniciar una serie de reuniones para generar un proyecto que levantara las demandas del pueblo: Alberto López Rojas, Rafael Naranjo, Eudaldo Naranjo y yo comenzamos de manera informal adquiriendo algunos compromisos de participación como núcleo de militantes, que se fue fortaleciendo a un más por el año 79, en el que surgimos como fuerza, con el membrete de Centro de Estudios Populares Villada (CEPOV).
El CEPOV, perseguía, en primer lugar, el objetivo de organizar al pueblo a través de sus demandas más sentidas, como la educación, los servicios públicos, la alimentación, transporte digno, etcétera. Llegamos a tener casi 100 alumnos o un poco más en alfabetización, primaria, secundaria y preparatoria abierta.
Fue a través de este trabajo que iniciamos la lucha en varios espacios de la colonia Vicente Villada. Recuerdo la escuela Horacio Zúñiga, la antigua escuela primaria donde funcionó alguna vez el DIF Municipal; el espacio de la calle Michoacana, el de la Abelardo Rodríguez. Al final nos quedamos en el espacio, que hoy ocupa la secundaria José Revueltas, y que tomamos en 1981.
En 1980, enero para ser más exactos, inicia labores el CEPOV, y en las luchas contra el alza al transporte nos aliamos con el FPIN (Frente Popular Independiente de Nezahualcóyotl). Con dicha alianza, práticamente nos convertimos en FPIN-CEPOV. En 1981 surge la CONAMUP (Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular), con la que dimos fuertes luchas en 1982 y en los Paros Cívicos de 1983 y 84. Ya para entonces militábamos en la OIR-LM (Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas): Beto, Raúl, Rafa, Elisa, Luz, Naty, Vicenta. Estas dos últimas compas de apenas 16 años de edad. Hoy tendrán entre 41 y 42 años. Elisa y Luz se incorporaron en el 81, a través de los Grupos de Educación Interina.
Lo cierto es que entre la lucha y todo, varios nos casamos: Beto con Lupe y yo con Elisa, Vicenta con Ángel, Naty con Toño “Chumino”; Luz con Alejo, que por cierto militó en San Miguel Teotongo. Allá se enamoro, pero la susodicha no lo peló y se vino para Neza, a militar con nosotros, y acá ya más tarde se junto con Luz. Rafa se junto con Ligia y procrearon dos niñas: Deysi y Brenda “La Cochito”.
Las asambleas eran nuestra vida, las marchas, los mítines, las gestiones diarias se convirtieron en rutina, en nuestro proyecto de vida. Una cosa que es importante resaltar, es que nos planteamos la toma del poder. En el inicio, a través de la vía armada, que se confirmó con nuestra militancia en la OIR-LM: ya para entonces el FPIN-CEPOV se quedó atrás y se manifestó la CONAMUP-NEZA como una forma de participación permanente. La democracia popular se practicaba de manera firme. Éramos idealistas y principistas, tal vez por ello tuvimos arraigo entre el pueblo.
Las luchas que se dieron involucraron a miles de personas. Nos opusimos a la vía electoral por que consideramos reformistas a quienes participaban en estos procesos. Mantuvimos el auge de la organización hasta que surgió la UPREZ en 1987. Para ese tiempo el proyecto neoliberal ya estaba implantado en todo el país. Con la llegada de 1988 se generó la ruptura entre Rafa, Naty, Luz y nosotros por apoyar al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Le entramos por acuerdo mayoritario. Rafa, Luz y Naty se desligaron y hasta la fecha viven felices en la vida privada con sus familias. Luz y Naty a veces apoyan. Rafa está por terminar su carrera y se casó de nuevo: ya es abuelo. Nosotros, Beto, Vicenta, Elisa, Raúl y yo, y gente nueva como Primitivo y Toño Dueñas, seguimos construyendo la UPREZ. Ingresamos al PRD en 1989.
A partir de ahí cambiamos la lucha social por la electoral. En 1987 surge la secundaria José Revueltas, en la colonia Villada, siendo ésta la base para consolidar el avance de la UPREZ, no sólo de Neza, sino de varios municipios del Estado de México. La UPREZ es un referente estatal desde 1991; compañeros de esta han ocupado y ocupan espacios en el PRD estatal. En 1994 ocupamos regidurías en Chimalhuacan, en Neza, en 1996 una diputación local, más regidores y diputados federales en 1997 (Eva Saavedra Cariño, yo y Primitivo. (En el período de gobierno 1996-2000, Juan Manuel Mendoza, que entonces fungía como primer regidor de Neza, al pedir licencia el entonces Presidente Municipal, Valentín Gózalez Bautista, quedó como Presidente Municipal Interino). En el 2000, Martha Ávila fue regidora, Primitivo director de Educación y Cultura, y yo Primer Síndico.
La cuestión electoral divide a la UPREZ. Se gestan divisiones que culminan en el 2003, con la salida de Juan Manuel Mendoza, que hoy en día es aliado del MOVIDIG (Movimiento Vida Digna), con su organización UBADEZ (Unión de Bases Democráticas Emiliano Zapata).
La UPREZ se mantiene firme, aunque un poco diezmada, pero con ánimos de levantarse; para seguir siendo un referente de izquierda social, mantiene su organicidad. Hoy se incorporan nuevos cuadros a la lucha, varios jóvenes. El 2005 y 2006 será de ellos. Al parecer se prevé que la UPREZ se recuperé para dar a decir de que hablar en esta década.
Pasa una etapa muy importante para nuestra historia, y fue en 1992, año en que hubo una brutal represión, en la que el Gobierno del Estado de México, a través de Humberto Lira Mora y Juan Gerardo Vizcaíno Cobián “El Vikingo”, golpearon y agredieron impunemente a cientos de amas de casa, estudiantes y obreros. En esa represión, el 3 de jumio para ser exactos, fui golpeado sin piedad, intentando matarme. Sólo la hora, las 11:00 A. M, y la gente presente, me salvaron de morir. Me fracturaron la mano izquierda, la nariz; me desmayaron 30 0 40 jóvenes del FJR (Frente Juvenil Revolucionario) del PRI, drogados o borrachos. Se ensañaron. Recuerdo que decían: “¡Hay que darles en la madre, y al Felipe, mátenlo! Pero les salió el tiro por la culata, no contaban con la valentía de la gente de la UPREZ, que no se rajó, se fue al frente, se mantuvo el plantón hasta que cayeron varios autores intelectuales de la agresión. El Secretario del H. Ayuntamiento, el Director de Gobernación y el Jefe de Espectáculos (Jefe de los agresores). Lira Mora, Secretario de Gobierno del Estado de México, empezó a declinar su estrella, y Vizcaíno “El Vikingo”, también fue derrotado, y terminó su carrera política.
Considero que el 3 de junio de 1992 fue un gran parte aguas, el pueblo de Nezahualcóyotl despertó, y al poco tiempo se sacudió al PRI con sus 33 años de poder. Fue una gran insurrección ciudadana. En el 97-2000, con Valentín en el gobierno, se observó mas de lo mismo, corrupción, nepotismo, y hoy se ve el fruto de ese gobierno: Valentín vive en Interlomas, fraccionamiento de la clase madia alta de la Ciudad de México, y no pasó nada o casi nada. En 2000-2003 gobernó Héctor Bautista, con acciones clientelares y corporativas engordó a la ballena y tampoco hubo cambios sustanciales; él controló todo y a todos, además promovió el apoyo al aeropuerto en Texcoco que quería Arturo Montiel Rojas (y que el pueblo combativo y heroico de Atenco, no dejó pasar). Juan Manuel Mendoza lo apoyó en esto. Hizo lo posible por meter la Universidad Lasalle a Neza y lo logró: se opuso a que hubiera un campus de la UAEM (Universidad Autónoma del Estado de México) hasta el final. Hoy creo que odia la educación pública y al Che Guevara. 2003-2005, Luis Sánchez sin pena ni gloria, gris y hueco, su gobierno avanza hacia una gran derrota en el 2006. Impulsor de la Ballena Kid, que nunca se llena y enemigo de la UPREZ a más no poder.
Ahí están los hechos. Nueve años bajo el sol que ha servido para enriquecer a unos cuantos, y han dejado a Neza fuera del progreso y lo que falta por que los oaxaqueños pretenden seguir dominando, ya sea Valentín u otro Bautista, al fin y al cabo los dos son Bautista.

¿Y Fuente Ovejuna qué dirá? Esta historia continuará…
¡¡Esta es una visión tal vez errónea de Felipe su amigo!! ¡Pero es mi visión, no!


UN PROYECTO DE VIDA DE LOCOS
ELISA RAMÍREZ

Porque así nos consideraba la comunidad, y principalmente los habitantes de la colonia José Vicente Villada, que es donde inicia nuestra vida política: ¡Ahí vienen los locos! “piensan cambiar el mundo con sus ideas”, “no tienen quehacer”, “no los quieren en sus casas”, “piensan que nos van a convencer”.
El local de reuniones estaba en Abelardo Rodríguez 260, que en 1978 funcionaba como preescolar, que era lo que daba vida a unos cuantos militantes del CEPOV (Centro de Estudios Populares Villada), que buscábamos aportar un granito de arena para mejorar las condiciones de vida de la comunidad, y ¡porque no!, participar en procesos más amplios en el país. Largas reuniones que se tenían ahí hasta la madrugada; asistían los y las compañeras Naty, Vicenta, Luz, Beto, Felipe, Rafa... nos contábamos con los dedos.
Al poco tiempo la organización fue creciendo porque salíamos a las calles a promover la pavimentación, pagos de impuestos, manifestarnos en contra del alza del transporte, coordinarnos en la CONAMUP (Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular), y apoyando a otras coordinadoras y organizaciones.
¿Cómo olvidar los momentos de represión? Alguien dijo que eso ya pasó y abría que olvidarlo. No es tan sencillo. Desaparecidos por unas horas en una cárcel clandestina, ver como golpeaban a mis compañeros, como se acosaba sexualmente a mis compañeras, y todo por exigir que bajara el costo del pasaje en Neza. Ir al DIF Nacional, por el metro Zapata, a exigir desayunos para nuestros hijos y en vez de eso encontrarnos con la represión policiaca; agua caliente y piedras que nos eran arrojadas desde el edificio. Eso no se olvida. Apoyar a los compañeros de SMT (San Miguel Teotongo), en defensa de las áreas verdes y ser reprimidos por la policía montada, no es agradable, pero nos dio más conciencia de organización; nos fue comprometiendo cada día con un proyecto de izquierda que sólo abandonaremos hasta nuestra muerte.
El proyecto de la escuela secundaria José Revueltas y la lucha por la lechería de la Villada nos dio más presencia como organización. Luego nos juntamos con otras colonias del DF y el Estado de México para formar la UPREZ (Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata), en el año de 1987. Eso fue importante para el proceso organizativo. Quizás porque el gobierno municipal resolvió más rápidamente las necesidades y demandas prioritarias (agua, luz, drenaje, etcétera), nos vimos obligados a cambiar de formas de lucha, por ello se decidió pensar más políticamente en los cambios del municipio e ingresar en la experiencia electoral con Cuauhtémoc Cárdenas, en el 88, y de ahí en adelante en todo el camino que ha recorrido el PRD.
¿Será la alternativa? Me refiero, cómo organización social. Es una respuesta que la tendrá que dar la militancia en su conjunto. Pero como se trata solamente de dar un testimonio de mi experiencia en esta organización, pienso que ha sido difícil el acceder a los espacios de poder, más hoy en día, en las coyunturas que se presentan, es necesario que en la UPREZ se analice, discuta y proponga el camino a seguir.
Por último quiero decir, que la gran experiencia en esta organización es enriquecedora, y ojalá que sigan naciendo en la UPREZ, cada día más Locos...
“Gracias a la vida/ que me ha dado tanto... Me dio
dos luceros dentro de esta UPREZ...
Atentamente...Yo


ME INCORPORÉ A LA ORGANIZACIÓN EN EL 76
LEONARDA SILVA ARIAS

Yo llegué a la organización por la inquietud de saber que había un grupo de compañeros que buscaban el bien de la colonia. Yo había oído hablar de ellos, de que tomaban los camiones porque estaban en contra de que subieran el pasaje. Eso fue como en el 76. Sentía admiración por esos compas, y me preguntaba ¿quiénes serán? Después me informé más y supe que eran compañeros que deseaban el cambio, la justicia, la igualdad... que eran maestros que querían reunirse, pero no tenían un lugar específico para hacerlo, y andaban tras el local del DIF, lo que hoy es la secundaria José Revueltas.
El maestro Felipe daba clases en la escuela Horacio Zúñiga. Era maestro de mi hija Blanca. Esta me contaba como les explicaba lo de la corrupción del gobierno, que había que hacer un cambio en el país; que nosotros éramos muy pobres, que nos debía de tratar bien el gobierno. Eso me decía mi hija Blanca, y que el maestro Felipe les puso una tabla rítmica con la canción “Las casas de cartón” (del cantautor venezolano Ali Primera). Cuando presentaron la tabla rítmica, Felipe tuvo problemas con la directora y lo quiso correr.
Ya posteriormente mi hijo Rafa, que tenía 13 años, conoció a Felipe, y también, como a mi hija Blanca, le entró la inquietud de estar con él.
El maestro Felipe empezó a vender pescado, el que le compraba a la Cooperativa Tepepan. Felipe se vestía de blanco para venderlo, y lo daba barato, casi al precio que lo compraba. Yo le compraba, y le decía “¡Está bueno su pescado, está fresco!”. Se ponía a un lado del mercado (12 de Diciembre). Después me enteré que ya había tomado el local del DIF, y que lo querían volver secundaria.
Yo me daba cuenta de que el único que se bañaba era el maestro Felipe, porque se veía más limpio; los otros compañeros se veían sucios. Y yo decía: ¿Así van a ser maestros? Que empiecen por bañarse, porque es la presencia de su persona”.
Empezaron a hacer juntas para obtener desayunos. Las juntas las hacía el maestro Alberto Rojas. Por cierto que yo veía al maestro Rojas con admiración, porque le echaba muchas ganas para dar las juntas. El maestro Alberto hasta se subía en un banco, por la gran cantidad de gente que lo rodeábamos para escucharlo. Él decía que teníamos que luchar por los desayunos para que nuestro hijos fueran comidos a la escuela. Ellos estaban viendo donde nos los podían otorgar, pero que los teníamos que apoyar, ir a las juntas y a las manifestaciones. El compañero Alberto era un orador ejemplar.
Luego se vino lo de la lucha por la lechería, y nos llevaron a LICONSA. Fuimos, y allá nos querían aventar a los granaderos, pero las mujeres nos trenzamos de los brazos y así nos fuimos caminando hacia la entrada de LICONSA. Los granaderos retrocedieron, y al rato recibieron a nuestra comisión. No recuerdo que compañeros entraron en la comisión, pero cuando esta salió, se nos informó que sí nos iban a poner la lechería en la colonia. Y ya de ahí nos seguimos organizando hasta que pusieron la lechería, pero no quisieron que llevara el nombre de la CONAMUP. Como no teníamos el proyecto de la administración de la lechería, poco a poco se fueron retirando los compañeros que había quedado a cargo de ella, hasta quedar sólo gente que no participó en la lucha para su construcción.
Años adelante, fuimos en chimecos al cine Emiliano Zapata, pues nos dijeron que íbamos a formar parte de la UPREZ.
Ya luego fue cambiando la ideología de los compañeros, y empezaron a querer ser gobierno. Antes éramos felices porque no había ese canibalismo que hay ahora. Ya cambió la ideología. Yo así como admiraba mucho al maestro Alberto, también a Felipe. Pero ahora estoy un poco decepcionada, porque pienso que él ya no es el mismo. Ahora la lucha no es por lecherías, sino hay que participar en elecciones para ser gobierno. Ya fuimos viendo otros intereses, porque al querer ser gobierno pensamos en quién iba a ser, y pensamos en Felipe, en Alberto, Juan Manuel, en Raúl... porque el maestro Primitivo llegó después. Porque yo conocí al maestro Primitivo cuando fuimos a tomar la escuela Jacinto Canek. Ahí estuvimos en plantón como tres días, y luego que los compañeros se fueron a negociar nos dijeron que la desocupáramos, pero nos engañaron diciéndonos que ya era nuestra, pero los granaderos, al salirnos, la acuparon. Yo lo tuve como un engaño, pues esa escuela nunca fue de nosotros, porque las autoridades dieron las escuela Jacinto Canek que se construyó en el Bordo. Esa escuela siempre nos trajo mala suerte, y a fin de cuentas nos la quitaron, con el consentimiento de compañeros, que según se decían de nosotros y se aliaron al gobierno.
Ya después la UPREZ logró espacios en el gobierno municipal, las diputaciones, la regiduría de Eva, que el primero que se ganó. Ya luego pensamos que los que tenían que gobernar, tenía que ser gente preparada, pues se oía el comentario en el municipio de “Felipe y sus tamaleras”, “Felipe y sus fritangueras”. Entonces nos dijimos que la gente que fuera a ocupar un espacio en el gobierno tenía que ser gente preparada, y gente que de alguna manera tuviera trayectoria, pues empezó a llegar gente que nomás venía por un espacio para lucrar. Empezaron a ver problemas de divisionismo, porque los que querían un espacio era para hacer lana y no para gobernar, para lograr la igualdad; que los espacios sólo servían para resolver la vida personal de los compañeros, y no de todo el pueblo. Por eso yo ya no coincidí con esas prácticas que se salían de nuestros ideales y que eran buenos cuando no había nada de dinero de por medio. Pero cuando ya hubo lana, se olvidaron esos ideales, pero nos llegó la gente como aguacero, y al no vera ya lucro, luego que la UPREZ no volvió a quedar en el gobierno, se fue como vino, para ir a lucrar a otra organización, a buscar su hueso.
Todo eso me des-ilusionó, pues la gente que yo admiraba, como Juan Manuel, se fue, y eso nos confundió, pues nos decían que eso que él había hecho estaba bien... y por otra se nos decía que Juan Manuel andaba dividiendo a la UPREZ, que se rumoraba que se iba a ir a llevar a los compañeros... y así fue, se llevó a muchos compañeros y formó una nueva organización (UBADEZ).
Yo percibo que ya nuestra organización no es igual, y a partir de eso me retiré de las reuniones de consejo, pues nomás se iba uno a bronquear... Eso es todo, ya nada más tengo que decir.


MEMORIAS DE UN MILITANTE DE LA UPREZ
ANTONIO DUEÑAS

En 1982 transcurría mi vida tranquilamente, cuando de pronto, el 26 de junio, llegan gentes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) a mi casa para invitarme a participar como su representante de partido (propietario), ante la mesa directiva de casilla en el distrito 26, para las elecciones del 4 de julio de ese año. La curiosidad por conocer la experiencia del proceso electoral tan nombradas, me hicieron aceptar la invitación.
Ese 4 de julio, llegué tempranito a la casilla 4, que fue la que me correspondió cubrir. Desde que inició la votación se notó la poca participación de la gente. Así transcurrió el día. A las 6 de la tarde se cerró la votación y se cantaron los votos. A los demás representantes de los otros partidos no les extrañó que el PRI obtuviera la mayoría de votos.
Un tanto desilusionado por la baja votación en la casilla para mi representado, cuando llegó el coordinador de casillas del PST, le entregué las actas con los resultados de la votación. Me dio las gracias por mi participación, y jamás volví a tener comunicación con él.
Así pasó el tiempo, llegando a mi casa miembros de diferentes partidos y organizaciones para que participara con ellos; los más insistentes fueron los del PRI, y de las organizaciones, los del Consejo Restaurador de Colonos. Asistí a algunas reuniones con ellos sin que lograran convencerme de su lucha, por lo cual jamás volví a pararme a su local.
En los primeros meses del año de 1987, conozco a los compañeros Rafael Naranjo y Raymundo Colín, que andaban promoviendo proyectos de vivienda. Me invitaron a participar en sus asambleas. Yo acepté, para conocer las formas de cómo se organizaban y organizaban a la gente. Así llegó el mes de noviembre, y en las instancias de la organización se acordó realizar un plantón en la llamada Cabeza de Juárez, en la delegación Iztapalapa. En el mes de diciembre, luego que iniciamos el plantón, llegaron compañeros de diferentes municipios del Estado de México, así como de varias colonias del Distrito Federal. Cabe decir que nuestro campamento fue uno de los más grandes y concurridos, ya que la necesidad de vivienda en Ciudad Nezahualcòyotl, era y sigue siendo muy fuerte. Los ejes de lucha del plantón eran “Por una vivienda digna para todos, en los terrenos baldíos de Cabeza de Juárez. Quiero decir que los compañeros de tiempo completo en el plantón, tenían bien organizado todo, ya que había comisiones para preparar la comida, para pasar lista de asistencia, para negociar, etcétera. Así transcurrieron los días, y, al no tener respuestas claras y positivas por parte del delegado de Iztapalapa, Canedo Vargas, acordamos realizar una marcha, partiendo del plantón a la sede de la delegación. Siendo esta marcha muy nutrida, ya que participaron en ella más de cinco mil compañeras y compañeros de la UPREZ. Pero a pesar de esta marcha tan numerosa, la respuesta fue negativa, acordándose luego replegarnos todos a nuestras bases, para diseñar y acordar las próximas movilizaciones.
Así llegamos a 1988 realizando nuestras actividades cotidianas, y a veces trabajando para mantener a la familia. Otras organizando a los vecinos, y otras reuniéndome con los compañeros de la organización para trazar los ejes de lucha y formas de movilización, ya que la falta de servicios en las diferentes colonias de Nezahualcòyotl, nos daban margen amplio para seleccionar, en base a la línea de masas, que demandas priorizar. El 15 de enero convoque a los vecinos de la calle Verdolaga, entre Amanecer Ranchero y Cuarta Avenida, para formar una comisión encargada de gestionar materiales para construir guarniciones y banquetas. Se me nombró, por mayoría, su representante junto con otros tres vecinos auxiliares. Formada la comisión, nos dimos a la tarea de ingresar solicitudes a diferentes instancias del gobierno municipal, así como en la oficina del diputado del distrito 26, Benigno López Mateos. El 30 de agosto del 88 nos dan la información de que la solicitud al diputado había sido aceptada, comprometiéndose este a darnos cemento si nosotros poníamos la arena, grava y mano de obra. Ese mismo día convoqué a reunión vecinal para informar de la propuesta del diputado. Luego de discutir los pro y los contra, acordamos adquirir los materiales, así como contratar un albañil para que hiciera los trabajos, y como supervisores de ellos, todos los vecinos.
En días posteriores se dio inicio a los trabajos, y el 30 de diciembre se terminaron. Esto motivó y unió más a los vecinos. Y a mí en lo personal, me acrecentó el deseo para seguir organizando a la comunidad. Y contradiciendo el dicho ese de “que nadie es profeta en su casa”, nosotros si logramos organizar a los vecinos.
Ese mismo año, en febrero, realizamos nuestro congreso de masas, siendo muy numeroso, ya que llegaron contingentes de varios municipios, así como del Distrito Federal.
En los meses de marzo a diciembre de 1988, el compañero Rafael Naranjo, y su servidor, impulsamos un proyecto de vivienda en Nezahualcòyotl. Y nos dimos a la tarea de intentar comprar el terreno que está junto a los Servicios Administrativo Sor Juana, en la calle Indio Triste, en donde hoy existe una tienda AURRERA, pero el proyecto no se concretizó porque siempre hemos sido muy paternalistas con los compañeros, principalmente con los solicitantes de vivienda, ya que les aceptamos sus argumentos de que “no tengo dinero, pero como si quiero mi vivienda puedo participar en las comisiones”; “porque no tengo tiempo, pero si me interesa la vivienda”, etcétera. Cuando el propietario nos dijo que le ofreciéramos la cantidad, en cuánto pretendíamos comprarle el terreno. Le dijimos que en una próxima reunión le daríamos a conocer nuestra propuesta. Se molestó y nos dijo que buscáramos otro terreno, porque el de ellos ya no lo vendían, y por lo tanto cancelaba el compromiso de promesa de venta. Esto me sirvió de mucha experiencia, ya que me di cuenta de que los métodos utilizados no eran los adecuados, y habría que pensar en otros si queríamos consolidar los proyectos de vivienda que impulsábamos.
En los últimos meses de |988, el H. Ayuntamiento de Ciudad Nezahualcòyotl, inicia un programa de pavimentación en algunas calles del municipio. Para ello, en varias colonias, quien coordinó los trabajos, fue la diputada priísta Teresa Navarro, persona que elevaba el costo de la pavimentación para su beneficio personal. El Ayuntamiento, contrató constructoras afines a sus intereses, causando mucha molestia a los vecinos donde pavimentaron. Ya que los trabajos y los materiales eran de mala calidad, y no correspondía al costo tan elevado. Esto motivó a la UPREZ para organizar a las comunidades y realizar una marcha plantón en el Palacio Municipal, sin obtener respuestas positivas a nuestras peticiones.
En enero de 1989, denunciamos estos hechos ante la opinión pública y el gobernador del Estado de México, Mario Ramón Beteta. Para esto, en una asamblea nos comisionaron al compañero Felipe Rodríguez y a su servidor: elaboramos y entregamos un boletín de prensa a los medios de información nacionales y locales, también un pliego petitorio al gobernador, dando a conocer el fraude que estaba haciendo el gobierno municipal, en los trabajos de pavimentación. Esta tarea la cumplimos satisfactoriamente, esperando la respuesta del gobernador que nunca llegó.
Ese mismo año sale Mario Ramón Beteta del gobierno estatal, y deja a Pichardo Pagaza. En un recorrido que este hizo por Nezahualcóyotl, nos llegó la información que a las seis de la tarde iba a estar en la avenida Pantitlán y calle Lindavista, ya que los priístas le harían un acto. Formamos una comisión con los compañeros que nos encontrábamos en ese momento en la secundaria José Revueltas, y con una manta alusiva a la pavimentación, nos trasladamos al lugar donde llegaría dicho gobernador. Cuando llegamos al lugar, nos tapamos detrás de la caravana de carros y un microbús en los cuales trasladaban al gobernador y a un grupo de periodistas. Nos paramos frente al microbús, inmediatamente bajaron los periodistas preguntándonos el por qué deteníamos el microbús. En ese instante bajó el gobernador, pero nos empezaron a rodear como trecientos priístas, que también lo estaban esperando. Nos empezaron a empujar y a jalonear la manta que teníamos levantada frente al gobernador, hasta que la rompieron, entre aventones y manotazos. El gobernador nos preguntó “que cual era el problema”. Le informamos rápidamente del fraude en la pavimentación por parte del ayuntamiento, y por Teresa Navarro, protegida por el presidente municipal José Salinas Navarro. Al escuchar estas palabras, Salinas Navarro, que acompañaba al gobernador, cambió de color y no dijo nada. El gobernador nos dijo que no era el momento para una reunión, pero que nos esperaba el viernes a las 3 de la tarde en Toluca. Para esto dio instrucciones a su secretario particular para que agendara la audiencia: cabe señalar, que estos hechos sucedieron un martes, ya para el viernes teníamos nombrada nuestra comisión, que estaba conformada por los compañeros Felipe, Jorge, Raúl, Elisa y su servidor. Ese día llegamos a las 2:30 de la tarde, nos registramos con el secretario; este nos dijo que esperáramos. Luego de cuatro horas de espera, salió el secretario y nos dijo que disculpáramos al gobernador, pero que no nos podría atender el gobernador, porque tenía un compromiso urgente, pero que el próximo viernes, sin falta, a la misma hora, nos atendería. Allí estuvimos media hora antes, pero el gobernador tampoco esa vez nos atendió.
Fue así como llevamos acabo acciones en el municipio, al ver que no teníamos respuesta alguna a nuestro pliego petitorio; el 5 de junio iniciamos un plantón con huelga de hambre –cabe señalar que yo nunca voy a estar de acuerdo en las huelgas de hambre, porque simplemente a las autoridades no les interesa la vida de sus gobernados-, esto porque algunos compañeros se propusieron para iniciar en ese momento el ayuno. Este plantón-huelga de hambre duró 15 días. El plantón estuvo muy concurrido tanto en el día como en la noche: realizábamos “escuelitas del pueblo” con los folletos de “Las Hormiguitas” y proyectábamos películas acerca de Emiliano Zapata y del Che Guevara. Esto a las compañeras y compañeros les gustaba.
Los ejes de lucha de este plantón-huelga de hambre fueron: investigación al fraude de la pavimentación, castigo al presidente municipal José Salinas Navarro, respeto a la Ley de Cooperación y Obras Públicas, y pavimentación justa y barata.
Finalmente nos reunimos con el presidente municipal, y acordamos con él que la UPREZ contrataría su propia constructora para que pavimentara las calles de las colonias en donde esta estaba organizada. Fue así como la UPREZ triunfó al impulsar el pavimento popular de mejor calidad y más barato que el del gobierno municipal. En 1990 se terminaron de pavimentar 62 calles, es decir 15 kilómetros.
En esos años también estuvimos coordinado tres Tiendas de Abasto Popular, o PASPU (dos en la colonia Benito Juárez y una en la colonia Virgencitas), desde donde dimos una lucha fuerte para que el gobierno nos otorgara tortibonos. En una de las tiendas de la Benito Juárez estaba de encargada la compañera Natividad Acevedo, pero por razones personales se retiró de la tienda. La retomamos el compañero Rafa y yo; para esto el compañero Rafa propone de encargada a la compañera Margarita Arellano, hija de una compañera muy activa de la UPREZ, y que reside en colonia Vicente Villada. Cada ocho días hacíamos reuniones en la tienda, donde informábamos de lo que acontecía en el Salvador, ya que la compañera Natividad era parte de la comisión de solidaridad con el pueblo en lucha de este país centroamericano. Nos traía información de cómo se estaba desarrollando la revolución popular ahí, esto le interesaba mucho a las compañeras; igual que la situación política de nuestro país (sin dejar de lado la lucha que teníamos que dar para que el gobierno no nos quitara los tortibonos).
Fue así como detectamos a un compañero de nombre Juan, que participaba mucho. Rápidamente se ganó nuestra confianza, permitiéndosele que acompañara todo el día a la compañera encargada de la tienda. Semanas después nos enteramos que la había embarazado. Esto generó diferencias entre le compañero Rafa y yo, ya que por la observación que hice, me pidió que hiciéramos cuentas de las tres tiendas, y le entregara la documentación. No le entregué la documentación a Rafa, pero si la presenté en el Consejo Municipal, donde se aclaró todo. Ya que teníamos los soportes, días después, se supo que todo había sido un chisme del tal Juan, y que le compañero Rafael lo apoyó, ya que en ausencia de la compañera que se fue a parir a su hijo, Rafa dejó de encargado a Juan, y este se llevaba las cosas a su casa. Estas desconfianzas provocaron un distanciamiento entre el compa Rafa y yo. Días después, Rafa me fue a buscar a mi casa y me comentó que la compañera Ligia, le había conseguido trabajo en Teléfonos de México, y que cómo la veía yo, qué si iba o no. Yo le aconsejé que fuera, ya que llevaba muchos años sin trabajar, que aprovechara ese espacio, ya que podía hacer las dos cosas, trabajar y dedicarle a la organización. Fue así como se empezó a desconectar de la organización. Actualmente ya no se sabe mucho de sus actividades, y yo aún estoy en pie de lucha con la UPREZ.

Fue durante uno de nuestros Congresos Municipales, que se acordó participar en elecciones -así como promover la alianza con el Partido de la Revolución Democrática (PRD)-, donde se elegirían alcaldes municpales y diputados locales, acordando la UPREZ, que en Nezahualcóyotl, nuestros candidatos a la diputación local fueran los compañeros Felipe Rodríguez (propietario) y Natalia Rivero (suplente). La campaña que realizamos fue bastante anímica, así como esperanzadora, ya que todos íbamos con la certeza de ganar por amplio margen la contienda. Iniciábamos los recorridos, calle por calle y casa por casa, desde las 10:00 horas, y las concluíamos hasta que oscurecía. El día de la elección estuvimos muy pendientes en todas las casillas, para que se contaran bien los votos, esperando el triunfo de nuestros compañeros y festejarlo. Pero cual fue nuestra sorpresa, pues la mayoría de votos, los obtuvo el PRI. Esto provocó irritación en todos, y nos movilizamos a la Junta Distrital, denunciando que había habido fraude. Pero nuestra voz no fue escuchada. Fue así como perdimos y sufrimos nuestra primera contienda electoral; aunque esto nos sirvió para la nuestra siguiente experiencia en estos asuntos.
A principios de 1990, un militante del Movimiento Restaurador de Colonos, de apellido Vargas, por indicación de su Secretario General, Artemio Mora Lozada, me propone la venta de unos terrenos en la zona norte de Nezahualcóyotl. Nos interesó y fuimos a verlos, y a conocer su ubicación, así como a saber de las condiciones en que se encontraban. Ya de regreso, le solicité los documentos de propiedad, esto para verificar su legalidad en el Registro Público de la Propiedad. Previo a esto ya habíamos hecho invitaciones a compañeros de las diferentes colonias donde estaba la UPREZ, principalmente a vecinos de la colonia Virgencitas. En nuestra asamblea semanal informamos la propuesta que nos hacían de poder comprar los terrenos de la zona norte llamados Canal de Sales. Se acordó que una comisión se pusiera en contacto con Artemio Mora, para no tener intermediarios, y el trato fuera directo. Nos sentamos a negociar en la casa de Artemio Mora. Este nos de entrada nos comentó que los terrenos le habían sido donados al Movimiento Restaurador de Colonos, por el Licenciado García Marrero (a este se los donó el coronel Antonio Velazco Camacho), mostrándonos la documentación que avalaba lo dicho. También nos mostró un oficio fechado tres días atrás, donde el Juez Tercero de lo Civil, le autorizaba construir módulos de vigilancia en el terreno, para resguardarlo. En esa reunión acordamos que nos permitiría hacer módulos de vigilancia, para lo cual convenimos, que nos acompañara gente del Movimiento Restaurador, más un licenciado de mucha confianza de Artemio Mora. En agosto-septiembre llegamos como 35 compañeros de la UPREZ, más los compañeros del Movimiento Restaurador y levantamos un módulo de vigilancia. A las 8 de la mañana ya lo teníamos construido, con maderas y láminas de cartón. No tuvimos ningún problema durante el día con las autoridades, pero si con los compañeros, ya que fueron abandonando el campamento como iba llegando la tarde, hasta quedarnos solamente cinco compañeros. Ya como a las 11 de la noche llegaron tres patrullas llenas de policías, armados hasta los dientes. Al frente de estos estaba el Delegado de la Bola Zona Norte, Licenciado Javier Balderas. Al tomarnos por sorpresa, no tuvimos tiempo de nada y nos detuvieron. Acto seguido empezaron a derrumbar nuestro módulo, que con tanto trabajo habíamos levantado. Pasado esto, nos llevaron a la Bola donde nos encerraron en la galeras por dos horas, posteriormente nos sacaron de ahí y nos trasladaron a la Procuraduría que se encuentra a un lado de Palacio Municipal. Cuando llegamos, los policías no tenían elementos para decirle al Ministerio Público por qué nos habían detenido; ya que cuando les preguntaron de que nos acusaban, se concretaron ha decir que esperaría a que llegara el Delegado de la Bola, que estaba tratando de comunicarse con el propietario de unos terrenos que queríamos invadir. Pasado esto, el Ministerio Público nos dijo que pasáramos al pasillo; pensamos que el problema no era grave. Cuando llegó el propietario, miembro del Sindicato de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH), este nos dijo que su sindicato era el propietario de los terrenos, pero no mostró ningún documento que los probara, argumentando que al otro día los presentaría. Fue todo lo que dijo y se retiró. Nos quedamos en suspenso. Ya que llegaron otros detenidos, el Ministerio Público se dedicó a tomarles su declaración, y como a nosotros nadie nos hacía caso –incluso tuvimos la oportunidad de salirnos de la oficina a la calle- nos regresamos al pasillo donde estábamos esperando hasta que alguien nos dijera algo. Me dieron permiso de hablar por teléfono y me comuniqué con el compañero Felipe Rodríguez, para informarle de lo sucedido. Al otro día llegó con bastantes compañeros, pidiéndole al Ministerio Público que nos soltara, ya que no tenía porqué tenernos encerrados. Al negarse el Ministerio Público a dejarnos en libertad, todos los compañeros empezaron a gritar consignas, aludiendo a las autoridades, así como golpeando los escritorios y sonando todo tipo de cosas que tenían a la mano, mientras el compañero Felipe se metió en donde yo estaba para platicar con el Ministerio Público, que continuaba en su negativa a soltarnos.
Ya molesto, el compañero Felipe alzó la voz, diciéndole al Ministerio Público hasta de lo que se iba a morir. Procediendo este a pedir la asistencia de la policía judicial para detener al compañero Felipe. Al ver esto, Felipe se salió de la oficina, y se fue a reunir con los compañeros que no cesaban de protestar. Ante esto, el Ministerio Público llama a Felipe y le dice que calme a la gente para nos pudieran liberar. Ya calmados los compañeros, y con algunas recomendaciones que nos hizo, nos dejaron en libertad. Al salir a la calle todos los compañeros nos felicitaron, y me preguntaban sino había tenido miedo de estar encerrado. Yo les contesté que no, que al contrario, que esta unidad de la organización me motivaba para seguir luchando por los que menos tienen.
A la semana siguiente de estos acontecimientos, me visitó nuevamente la gente de Artemio Mora, y me informan que ahora ellos van a ocupar los terrenos con módulos de vigilancia, así como con quienes quisieran levantar sus cuartos. Que esto ya lo tenían arreglado con las autoridades. Esta información la vertimos en nuestra reunión de solicitantes de vivienda, acordando construir dos cuartos, pasando de inmediato a cooperar para la compra de materiales. El acuerdo con Artemio Mora y su gente fue de que nos viéramos el lunes a las 6 de la mañana en el terreno de Canal de Sales. Esto fue un 3 de septiembre. Llevamos todo lo necesario para instalarnos, y cumplimos nuestro propósito. Artemio también cumplió ya que asistió personalmente, llevando a su abogado por si había algún problema legal. Así llegamos a finales de octubre, siempre haciendo guardias todo el día y noche en los cuartos que construimos. La gente de Artemio también hacía lo mismo, cubriendo guardias en los módulos que construyeron. Mientras sucedía esto nos daban información de que Artemio estaba gestionando los planos de lotificación. También empezó a presionar para que apartáramos un enganche. Se discutió esto en nuestra reunión y acordamos reunirnos con Artemio. En esta reunión con Artemio acordamos darle una parte del enganche por cada terreno ya lotificado, y cuando cada miembro de la UPREZ tuviera la posesión del terreno se le daría el total del enganche.
El 20 de noviembre del mismo año llegó gente del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (FCRN), dirigidos por Rafael Aguilar Talamantes, ha invadir parte del terreno, y el 23 del mismo mes, llegó la autoridad a desalojarlos. Estos se replegaron en la calle que hoy es avenida Aeropuerto: lo sorprendente de este desalojo, es que a nosotros no nos tocaron.
Pasados algunos días, nuevamente la gente del Frente Cardenista invadió el terreno, argumentando que el gobernador Pichardo Pagaza les había autorizado hacer 14 módulos de vigilancia. Construyeron dos frente al nuestro. Fue cuando empezaron las fricciones con nuestros compañeros, esto por el hostigamiento constante de la superioridad que tenían en cuanto a gente. Hicimos a un lado a Artemio Mora, ya que veíamos que no avanzaba en las negociaciones y el Frente Cardenista casi había invadido el terreno como con 800 gentes. Al darse las negociaciones con la SARH, el Frente Cardenista, la Subsecretaría B de Gobierno del Estado de México, nos dimos cuenta que el Frente Cardenista tenía amarrado todo, por la complicidad del Subsecretario de Gobierno, Martínez Nava, que ya sabía que los propietarios de esos terrenos eran los sindicalizados de la SARH sección 54. Al conocer esto, Artemio Mora ya no movió nada y le pidió a su gente que retirara los módulos que habíamos construido nosotros. Al no tener documentación legal, fuimos presa fácil del Frente Cardenista, esto porque ya habían acordado con la SARH, la comprar-venta de los terrenos.
En los primeros meses de 1991 ocuparon casi todo el terreno, logrando los trabajadores de la Comisión Nacional del Agua (CNA) poner una barda en un área de 4 hectáreas, para que no siguiera la invasión. Esto lo respetó el Frente Cardenista, y los compañeros de la CNA construyeron sus casas. Hoy esa colonia se conoce como Bosques de Viena.
Tiempo atrás, conocí a un compañero de la UPREZ, esto en un plantón que hicimos en Palacio Municipal. Me comentó que estuvo en San Miguel Teotongo. Lo volví a ver con él Frente Cardenista. Me propuso colocar a mis compañeros en parte del espacio de terreno que le habían asignado, pero tenía que registrarlos como del Frente Cardenista o Estrella y Engrane, que era su Asociación Civil. No acepté el ofrecimiento. Ante esto, él me contestó que lo esperara hasta que le asignaran otro espacio. Cuando le asignaron otra área, me dijo que lo ocupara. Les dije a mis compañeros, los más luchadores, que habían aguantado todo el proceso, que hicieran módulos de vigilancia. Esta área nos sirvió para acomodar a 15 compañeros. A los compañeros que no alcanzaron lugar en Canal de Sales, les propuse luchar por otro terreno donde no tuviéramos tantas broncas. Ya en nuestra asamblea acordamos buscarlo para negociarlo. Fue en ese período donde el compañero Toño alias El Chumino, me presentó al compañero Jorge, y a la compañera Carmen, manifestándome su deseo de participar en los solicitantes de vivienda, ya que carecían de casa.
La llegada de los compañeros fue en le momento preciso, ya que sus orientaciones hacia los demás compañeros, fueron generando confianza, principalmente en los compañeros que no alcanzaron terreno en Canal de Sales.
Investigamos un terreno que encontramos en la colonia Prados de Aragón, la propietaria era la Inmobiliaria Prados de Aragón, el propietario era la INMOVILIARIA PRADOS DE ARAGÓN, representada por el Ingeniero Alberto Tejero. Inmediatamente nos pusimos en contacto con este ingeniero, manifestándole nuestro deseo de adquirir una parte de su terreno, ya que el total se dividía en cuatro partes de 6000 metros cuadrados cada una.
Nos reunimos varias veces con el ingeniero Tejero, hasta que convenimos el precio por metro cuadrado: cabe señalar, que este terreno no tenía uso habitacional, sino área deportiva y centro de barrio. Al conocer el propietario nuestra urgencia por adquirir el terreno, nos condicionó a que si cambiábamos el uso de todo el terreno, si nos vendía, de lo contrario el negocio no caminaba. En una reunión con el presidente municipal, Juan Gerardo Vizcaíno Cobián, le hicimos el comentario de la propuesta inmobiliaria. Este nos contestó que estaba en la mejor disposición de cambiar el uso de todo el terreno.
Llegado el momento de la firma del contrato de compra venta, acordamos realizarlo en la sala de cabildo del Palacio Municipal. A la hora señalada estaba presente el apoderado legal de la inmobiliaria, el presidente municipal y nosotros. Ya antes nos habíamos puesto de acuerdo, que los tesoreros no llegaran, ya que no habíamos reunido la cantidad acordada para la firma del contrato, que era del 30 por ciento del costo total.
Pasado el tiempo y al no llegar nuestros compañeros con el dinero, que aparentábamos tener, el ingeniero Tejero se desesperó, y expresó que dejáramos la firma para otro día; llegando al acuerdo con el presidente municipal de que nosotros le llamaríamos para fijar fecha y hora, procurando concordar con su agenda. Así fue como salimos adelante, por el momento, de ese problema.
Ya en nuestra asamblea de solicitantes de vivienda, informamos de los acontecimientos de la reunión: que no se había firmado el contrato por la falta de recursos, ya que muchos compañeros no habían aportado su enganche. Acordamos invitar a más compañeros de otros proyectos de vivienda de la UPREZ para que se integraran. Fue así como se le hizo la invitación directa al compañero Raúl Hernández Ruiz, director de la secundaria José Revueltas; así mismo se le hizo la invitación a otros maestros de la misma secundaria, y de otras escuelas, extendiéndose la invitación a los solicitantes de vivienda del Proyecto 6 de Octubre.
Cuando reunimos el enganche, invitamos a la Inmobiliaria para la firma del contrato, esto nos llevó más tiempo, ya que tenían desconfianza por lo sucedido en la ocasión anterior. Cuando accedieron a reunirse con nosotros, le solicitamos al representante de Gobierno del Estado de México, Dr. Mario Olivera, que nos acompañara para darle seriedad a la firma del documento. Este aceptó. En la firma del contrato, además de él, estuvieron presentes el presidente municipal Juan Gerardo Vizcaíno, el secretario del H. Ayuntamiento, Lic. Lucio Ramírez Ornelas y el representante de la inmobiliaria, Ing. Alberto Tejero, y yo, en representación de la Asociación Civil de la UPREZ. El contrato se firmó el 12 de febrero de 1993: dimos el anticipo, comprometiéndonos a cubrir el resto con un crédito de FONHAPO,
En esos mismos días el compañero Jaime Rello me comentó de un terreno que tenía un compañero conocido de él, y que lo quería vender a la organización. El terreno estaba ubicado en Ecatepec. Me interesó la propuesta y lo fuimos a visitar. Observamos que el terreno había sido ocupado como granja, por lo cual le pusimos La Granja el Rosal. En esos días se dio una reunión con el gobernador Ignacio Pichardo Pagaza, donde uno de los temas fue el asunto de vivienda. A lo cual yo le puse al tanto de los problemas ocurridos en Canal de Sales, así como el deseo de adquirir un predio para 250 solicitantes de vivienda; también le pedí su apoyo para que aportara una parte del costo del terreno: esto lo solicité como Asociación Civil (Unión de Colonias, Comerciantes, Ingenieros, Inquilinos y Solicitantes de Vivienda 18 de Octubre A. C), representada por mí. El gobernador contestó que apoyaría con seiscientos mil pesos para que pudiéramos adquirir nuestro terreno, ya que la UPREZ había demostrado ser una organización que respetaba la ley, por que no invadía terrenos, y sus proyectos de vivienda eran bien encaminados. Ya con esa respuesta, y con el compromiso del conocido de Jaime Rello de vendernos su terreno, nos dimos a la tarea de rescatar esos seiscientos mil pesos, así como darle seguimiento al crédito que nos otorgaría FONHAPO. Tuvimos algunos contratiempos con lo coordinación de compañeros de Canal de Sales; esto fue motivo para que los compañeros Jorge Salazar y su esposa Carmen, me dijeran que ya no querían seguir coordinando a esos compañeros malagradecidos con la organización. Ante esto, yo les propuse que se hicieran cargo del proyecto de La Granja el Rosal. Estos aceptaron. Entonces empezamos a delinear el plan para sacar adelante dicho proyecto. Estuve orientándolos un tiempo, tanto en las reuniones de solicitantes de vivienda, como en las negociaciones con el dueño del terreno. Posteriormente les dije que me iba a pegar de lleno a sacar el proyecto de Neza en la Zona Oriente, y que ellos le siguieran en Ecatepec, y que cualquier problema que tuvieran me lo comentaran.
En agosto de 1995 iniciamos la construcción de la casas en Nezahualcóyotl, terminándolas en julio de 1996. El 20 de julio entregamos las viviendas a sus posesionarios. Este proyecto me llenó de mucho entusiasmo, ya que ninguna organización en el municipio ha construido viviendas para la gente más necesitada, sólo la UPREZ. Para esto el proyecto de Granja el Rosal iba viento en popa. Ya se había aprobado el crédito con FONHAPO para la compra del terreno, así como para la construcción de las viviendas. También el gobernador había mandado un oficio a su Secretario de Finanzas y Planeación, C. José Merino Mañón, donde le manifestaba su compromiso con nuestra Asociación Civil, de transferirle seiscientos mil pesos. Cuando salió el cheque, teníamos planeado usar el recurso en servicios para el proyecto de Neza, pero en la coordinación de solicitantes de vivienda me pidieron que lo danara al proyecto de Granja el Rosal, a lo cual no puse ninguna traba, y se lo di al compañero Jorge Salazar, a sabiendas que ha nosotros nos hacía falta ese dinero. Fue así como concluyo este episodio de la entrega de viviendas en la colonia Prados de Aragón de la zona norte de Ciudad Nezahualcóyotl

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